sábado, 13 de noviembre de 2010

GUADAÑA


En aquellos días de febrero del 56 estábamos muy ocupados aunque no, como era habitual cada año, en los preparativos para el próximo carnaval. En esa ocasión el club del barrio, Defensores del Monte, había convocado a los vecinos a pintar con cal, los cordones de la vereda y los árboles, en lugar de promocionar los tradicionales bailes, durante los cuales siempre actuaban una orquesta típica y una característica o de jazz[1] .

Mientras los varones, grandes y chicos, se concentraban en el encalado[2] , las mujeres baldeaban las veredas y las cunetas por donde corrían las aguas que salían de las casas, provenientes de desagües pluviales, lavaderos y cocinas. Por entonces, el pavimento de la calle, de hormigón armado, terminaba en la esquina, a veinte metros de mi casa. Las calles de tierra estaban flanqueadas por grandes zanjones que desaguaban en el asfalto[3] por donde las aguas corrían, junto a los cordones, a lo largo de una cuadra hasta la primera alcantarilla.

El trabajo de desinfección lo completaban los bomberos voluntarios de Sarandí o de Villa Domínico[4] quienes, con una autobomba, rociaban el frente de las viviendas con acaroína[5] . Todos los pibes llevaban, colgando del cuello, una bolsita con alcanfor que los protegía de los miasmas que transportaban el mal.

Aquella fue la única protección contra la epidemia. Recién hacia fines del año llegó la caballería[6] y nos vacunaron a todos con la Salk[7] . Desde entonces, y por mucho tiempo, se habló de las secuelas dejadas por la parálisis infantil. Un visible número de personas, casi 7000, se vieron afectadas. La mayoría fueron niños de los cuales treinta y ocho de cada cien murieron. Los otros arrastrarían, por el resto de sus vidas, discapacidades de variada gravedad debidas al daño ocasionado, por el virus, al sistema nervioso muscular.

La enfermedad, al parecer, había sorprendido a las autoridades, sin embargo su existencia no era desconocida en nuestro país.

El origen de la poliomielitis puede remontarse al antiguo Egipto aunque las epidemias empezaron a ser notables, en el mundo occidental, durante el siglo XX. En la Argentina se sufrieron brotes de importancia creciente desde 1906 . Entre ese año y 1932 se produjeron 2680 casos. En la década siguiente, que termina en 1942, los enfermos llegaron a 2425. Y en el siguiente año, a partir de fines de 1942, se detectaron 2280 casos. Se ha dicho[9] que este brote puso en evidencia la improvisación en la acción sanitaria debido a la inexistencia de alojamiento para los pacientes, de aparatos para los tratamientos y de personal especializado (enfermeras, kinesiólogos).

Desde aquella epidemia la preocupación estuvo siempre presente entre médicos y legisladores, y el interés por la enfermedad no desapareció. Sin embargo, no fue suficiente para evitar que en 1953 se produjera un nuevo brote que afectó a casi 2700 personas (71% niños menores de 4 años) convirtiéndose en el brote más grave hasta entonces. El organismo sanitario[10] era consciente del incremento en el número de casos pero justificaba su aparición como parte de una “ola epidémica mundial”, resaltando que los índices locales eran menores que los de Estados Unidos. El ministro de salud de entonces[11] , en conferencia de prensa, afirmaba que “la epidemia de poliomielitis no existe” y un comunicado del ministerio responsabilizaba a los médicos por la “psicosis de la población” al difundir “rumores infundados”. Así fue que, en medio de la confusión producida por el golpe del 55 y el alzamiento[12] del 56, la polio tuvo el terreno preparado para hacer su agosto en pleno verano.

En el barrio, a juzgar por los resultados, el trabajo realizado fue eficaz. El único que enfermó de polio fue el hijo más chico de Juan, el carnicero, y la discapacidad afectó solamente su pierna derecha.

Un par de años más tarde no se perdía ninguno de los picados que, con la Pulpo[13] de goma, jugábamos en la calle. Guadaña, como lo apodamos debido al semicírculo que dibujaba con su pie al caminar, era bastante hábil con la zurda sana.

Nunca nadie, que yo recuerde, se animó a preguntarle si, durante la epidemia, su vieja[14] había olvidado colgar de su cuello la bolsita de alcanfor.

Referencias
[1] La orquesta típica era de tango, la característica tocaba musica variada, y el jazz podía estar a cargo de grandes orquestas tipo Glen Miller. La temporada anterior a la epidemia en el Club del  Monte estuvieron las orquestas de Juan D´arienzo y Oscar Alemán. Lo recuerdo bien porque Alemán y su orquesta cenaron en mi casa invitados por mi viejo, el clarinetista.
[2] Pintar con cal.
[3] Aunque el pavimento fuera de hormigón armado se le llamaba asfalto.
[4] Ambos barrios de Avellaneda.
[5] Aceites creosotados tambien llamados creolina o Aceite Manchester que en agua forman una emulsión blanquecina.
[6] Habrá quienes recuerden de las películas de cowboys que cuando parecía que los indios acabarían con los colonos llegaba la caballeria para salvarlos.
[7] Vacuna antipolio desarrollada por el Dr. Jonas Salk y autorizada para su uso en 1955 en USA.
[8] Karina I. Ramacciotti, "Las sombras de la política sanitaria durante el peronismo: los brotes epidémicos en Buenos Aires", Asclepio, Revista de Historia  de la Medicina y de la Ciencia, 2006, vol.LVIII, Nro 2, pag.115-138.
[9] Reggi, J (1946), "El problema del tratamiento de la parálisis infantil en nuestro país", Segunda Conferencia para el Bienestar del Lisiado, Buenos Aires.
[10] Ref.8.
[11] Ramón Carrillo.
[12] Se refiere al golpe cívico-militar contra el peronismo denominado Revolución Libertadora y el fracasado alzamiento civico-militar restaurador.
[13] Pulpo era la marca de unas pelotas de goma roja con rayas blancas.
[14] Aclaro para los lectores no argentinos: vieja equivale a madre.


sábado, 28 de agosto de 2010

LA CRUZ DE HIERRO


Buenos Aires, en 1871, era en realidad una ciudad medieval de calles de tierra arcillosa, muchas de ellas rellenas con los residuos domiciliarios y fácilmente convertibles en pantanos cuando las lluvias abundaban. El agua para consumo de la población se obtenía de aljibes, en las pocas casas que los poseían, que coleccionaban la de lluvia. Pero la mayoría la recibía de los aguateros que la recogían del río en condiciones carentes de higiene. Ésta se almacenaba en tinajas o barriles donde decantaba hasta que, libre de turbidez, pudiera beberse[1] . Por otro lado, miles de pozos negros recogían las aguas servidas de los hogares porteños, aunque muchas veces éstas eran vertidas directamente a hediondos zanjones.

Mapa de Buenos Aires en 1871
Aquel verano se presentaba como el más caluroso y seco de los últimos años y el inusual calor del sol favorecía la fermentación de los desechos apelmazados en las calles o apretados debajo de desprolijos empedrados[2] . Para diciembre el Riachuelo olía terrible, nauseabundo, y sus aguas enrojecían con la sangre de los animales sacrificados en los saladeros aledaños. Cuando el viento soplaba del sur el hedor invadía la gran aldea.

Desde su fundación la ciudad de los buenos aires había sufrido diversas plagas y en los últimas dos décadas la viruela, la peste bubónica, el cólera y la fiebre tifoidea la habían visitado periódicamente.
Dos años antes, fines de 1868, Sarmiento asumía la presidencia en medio del cólera y esa circunstancia fue, quizás, la causa de que meses después se creara el Consejo de Higiene y se iniciara el suministro de agua corriente, durante algunas horas al día, a través de un pequeño número de surtidores callejeros. Sin embargo, el gobierno se encontraría con la guerra del Paraguay, debería enfrentar la rebelión entrerriana de López Jordán, el asesinato de Urquiza y la antipatía de buena parte de los porteños entre ellos el gobernador autonomista.

En la ciudad coincidían la autoridad municipal, la provincial y la nacional, ésta con escaso poder sobre los asuntos locales. Bajo tales circunstancias, a fines de enero del 71, aparecen los primeros casos de fiebre amarilla. Al principio no se le da importancia y la comisión municipal continúa con los preparativos para el carnaval[3] . Sin embargo, la epidemia se extiende con rapidez desde San Telmo hacia el resto de la ciudad impregnándola del perfume lúgubre de la muerte.

La enfermedad era conocida por sus síntomas. Un brote había afectado a la ciudad y a la vecina Montevideo el año anterior, además era endémica en Brasil. Por otra parte, la plaga que al final de la guerra se había desatado sobre Asunción, a fines de 1870, se abate sobre la ciudad de Corrientes donde la epidemia toma la vida del 20% de su población. Resultaba inevitable que la fiebre asediara a Buenos Aires quien, a pesar de los antecedentes, no estaba preparada para enfrentarla.
Pintura de J.M.Blanes

La enfermedad producía miedo. Los médicos desconocían la causa del fenómeno y alguno de ellos reconocía que siempre había tenido un temor indefinido a la enfermedad por carecer de idea alguna sobre su causa[4] , de cómo se transmitía, de cómo curarla.

El virus de la fiebre amarilla fue aislado por primera vez en 1927 en África occidental. Y se presupone, generalmente, que desde allí llegó a América[5] . Sin embargo, el libro sagrado de los mayas quichés, el Popol-Vuh, relata la epidemia de xekik (vómito de sangre) ocurrida entre los años de 1480 y 1485 y comenta que la enfermedad se debería a la convivencia con los monos. La mención del xekik se repite en otros textos sagrados como el Chilam Balam [6].

Fue tan sólo diez años después, 1937, que un médico cubano de origen irlandés[7] expone públicamente su teoría de que la fiebre amarilla era transmitida por un mosquito, el Aedes aegypti. Hoy sabemos que en las selvas americanas la transmisión entre monos o entre estos y los hombres está a cargo de diferentes mosquitos, diversas especies del género Haemagogus. Aunque, en las selvas africanas son otros los mosquitos transmisores. Sin embargo, en ambos continentes el Aedes aegypti es el vector en las regiones urbanas. Resulta obvio que quien acompañó a colonizadores y comerciantes en sus viajes, e hiciera que las epidemias azotaran las ciudades del Nuevo Mundo, fue el mosquito oriundo del norte de África. Aquel, el Aedes aegypti[8], se cría en pequeños depósitos de agua fresca, produce huevos resistentes a la disecación y tiene preferencia por alimentarse de los humanos con quienes vive en cercana asociación[9].

A principios de marzo los muertos comenzaban a contarse por decenas, cada día. Las autoridades estaban desconcertadas y en desbandada. La población aterrada abandonaba la ciudad y muchos inmigrantes colmaban los barcos para regresar a su tierra[10] .
Conventillo

Varios destacados vecinos deciden, a mediados de marzo, convocar una asamblea popular. La convocatoria es hecha por los directores de La Nación (Bartolomé Mitre y Vedia), El Nacional (Aristóbulo del Valle), La República (Manuel Bilbao), La Tribuna (Héctor Varela), La Prensa (José C. Paz) y Freie Presse (Adolfo Korn, padre de Alejandro). Miles de porteños se reúnen en la Plaza de la Victoria y allí nace la Comisión Popular de Socorro, presidida por Roque Pérez, Maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones. La inmensa mayoría de los miembros de la comisión eran masones[11] , sin embargo entre ellos figuraban un par de curas, el presbítero Domingo César y el sacerdote irlandés Patricio J. Dillon. Junto con la Comisión de Higiene y algunas autoridades enfrentaron la crisis. Varios de ellos fueron víctimas fatales de la fiebre amarilla.

El tren de los muertos
Con los idus[12] de marzo el presidente Sarmiento y su vice Alsina dejan la ciudad. Su camarada Roque Pérez les habría recomendado hacerlo[13] . Para entonces la mayoría de los habitantes de la ciudad la habían abandonado. La Comisión recomienda hacerlo y dispone medidas para llevar hacia las afueras a los habitantes que no tenían recursos. Se ha dicho, con intencionada superficialidad, que los ricos huyeron hacia el norte olvidando decir que el resto huyó en todas direcciones. Las dos terceras partes de una población de casi 190.000 dejaron sus hogares, lujosos o miserables. “Incluso los changadores, quienes acostumbraban a juntarse en las esquinas, se fueron; mucha gente de las clases bajas se acumulaba a lo largo de los principales caminos hacia el norte que iban a Belgrano o hacia el oeste en dirección a Flores y formaban verdaderos campamentos gitanos en cualquier lugar donde se encontraba un grupo de árboles o casas en ruinas que podían proveerles de techo”.[14]

De aquella población la mitad eran extranjeros y de estos un cincuenta por ciento italianos. Efectivamente cuarenta mil tanos, genoveses y napolitanos, se atiborraban en los conventillos de la ciudad, principalmente ubicados en La Boca, San Telmo y Monserrat. Allí comenzó la peste y allí cobró el mayor número de víctimas.

Oficialmente los muertos fueron alrededor de 14.000, no obstante algunos testigos afirman que fueron más de veinte mil[15] . Apenas la cuarta parte de los muertos eran nativos de Argentina[16]. En el recuento no fueron discriminados por raza por lo cual no es posible saber cuántos negros murieron en esa ocasión. Estos representaban para la época de las invasiones inglesas alrededor del 30% de la población, sin embargo, “el número ha ido disminuyendo gradualmente, y (hoy) los negros son relativamente escasos.” [17]El candombe ha dejado su testimonio:
Ya no hay negro botellero,
ni tampoco changador,
ni negro que vende fruta,
mucho menos pescador;
porque esos napolitanos
hasta pasteleros son
y ya nos quieren quitar
el oficio de blanqueador.
Ya no hay sirviente de mi color.
Porque bachichas toditos son;
Dentro de poco ¡Jesús, por Dios!
Bailarán zamba con el tambor.
Inmigrantes
Efectivamente, “se culpó de la epidemia a los inmigrantes italianos. Se los expulsó de sus empleos. Recorrían las calles sin trabajo, ni hogar, algunos incluso murieron en el pavimento, donde sus cadáveres quedaban con frecuencia sin recoger durante horas. Había un gran pedido de pasajes para Europa. La compañía Genovesa vendió 5200 pasajes en quince días…” . [18]

Ciertamente, los tanos no fueron culpables de la plaga pero si sus principales víctimas. La mayoría de los muertos fueron genoveses y napolitanos cuyo sueño de hacer la América terminó en las fosas comunes de los cementerios porteños.

A mediados de mayo el número de muertos se había reducido a un centenar por día, no obstante la ciudad aparecía desierta pudiendo recorrerse varias cuadras sin ver persona alguna. Para junio la gente ya retornaba masivamente y el miedo a un nuevo brote se percibía en todas partes. No obstante, la fiebre no regresó.

El 21 de junio se realiza un reconocimiento a los abnegados y valientes miembros de la Comisión Popular. Una comisión de homenaje, con el auspicio del gobierno, crea para la ocasión la Orden de los Mártires, cuya máxima condecoración sería la Cruz de Hierro en el grado de Caballero. Se entregaron 48 cruces de acero bruñido, siete de ellas fueron póstumas para quienes habían muerto durante la epidemia .

En ocasiones se aprende de las crisis. La plaga del 71 dejó enseñanzas que en pocos años transformaron la ciudad de Buenos Aires. Clemenceau, quién visitara Argentina para el Centenario, da crédito de la metamorfosis: “La inspección de los hospitales es eminentemente favorable. El nuevo hospital de contagiosos, situado a varios kilómetros del centro de la capital, comprende una serie de pabellones modelos, estrictamente aislados, de los que cada uno está asignado al tratamiento de una afección especial. El Hospital Rivadavia, reservado para mujeres, los servicios Cobo (tuberculosos pulmonares y operaciones quirúrgicas) causan sobre todo la admiración del visitante.” [19]

Referencias
1.-Wilde J.A., Buenos Aires desde 70 años atrás. Ed.Eudeba.
2.-Buenos Aires Standard, articulo publicado el 30 de abril de 1871.
3.-El presidente de la Comisión Municipal, Narciso Martinez de Hoz, ignoró la epidemia hasta principios de marzo. Murio de fiebre amarilla.
4.-Harispuru, A. Bs.As., 1871. Crónica de una epidemia. Conexión pediátrica, Vol.1 (2008)
5.-Barret A.D.T and Higgs S. Yellow Fever: A Disease that Has Yet to be Conquered. Annu.Rev.Entomol. 2007, 52, pag 209-229.
6.-Gongora-Bianchi R.A. Revista Biomédica 15(2004) pag. 251-258.
7.-Findlay, Carlos. Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, 14 de agosto de 1881.
8.-Traduciría Aedes aegypti como templos egipcios.
9.-Ver ref.5
10.- Mardoqueo Navarro, diario personal. Testigo de la peste.
11.- Miembros de la Comisión: Manuel Argerich, Guillermo y Pedro Gowland, Carlos Guido Spano, Francisco Uzal, Evaristo Carriego (padre del poeta), Matías Behety, J.Viñas, Florencio Ballesteros, Francisco Javier Muñiz, Armstrong, A. Larroque, José Maria Cantilo, Fernando Dupont, Pascual Barbaty, Juan y Manuel Argenti, Juan Carlos Gómez, Eduardo Wilde, José Penna, Leopoldo Montes de Oca y Guillermo Rawson, entre otros.
12.- A mediados de marzo.
13.- Quiroga, María C. atribuye a Roque Perez tal consejo en sus Crónicas de la Peste. Ed.Kier.
14.-Mulhall, Marion G., Plague at Buenos Aires. Irish Migration Studies in Latin America.
15.-Ver ref.2
16.-En esos momentos la Argentina no existía.
17.-Ver ref.1
18.-Bunkley, Alison William, Historiador norteamericano.
19.-Clemenceau, Georges. La Argentina del Centenario. UNQUI.




martes, 17 de agosto de 2010

EDEN PRECOLOMBINO

“Los incas, sus monarcas, sus plebeyos, tanto como la gente antigua de estos reinos, vivían vidas largas y sanas, y muchos de ellos llegaban a la edad de 150 y 200 años porque tenían un régimen de vida y de nutrición muy ordenado y metódico”.
Cronista inca del siglo XVII


La América precolombina es observada con frecuencia con una mirada arrebatada y romántica que convierte aquel mundo en la versión americana del paraíso bíblico. Un edén vilmente profanado por la conquista española. Una imagen idílica, por cierto, construida sobre la base de lo transmitido por cronistas nativos cuando afirman, por ejemplo, que en este continente no se conocían enfermedades graves ni epidemias, tal como nos deja saber un relator maya del siglo dieciocho en el Chilam Balam : “En ese tiempo no había enfermedad, no tenían huesos adoloridos; no tenían fiebre alta; en ese tiempo no tenían viruela…..”
Es verdad que los conquistadores trajeron consigo algunas enfermedades del viejo mundo como la viruela y el sarampión y que las epidemias, originadas en su propagación, ocasionaron gran sufrimiento y mortandad dando pábulo, entre los escritores nativos, a la idea de que el pasado había sido una época relativamente libre de enfermedades. Tiempos aquellos durante la cuales las vidas de la gente eran más largas y felices. Sin embargo, ese mundo estaba lejos de ser real .

Recientemente numerosos descubrimientos, debidos a la paleopatología y a la paleodemografía , han aportado importante información sobre la vida y la muerte en la América precolombina.
En muchos casos, los materiales esqueléticos revelan signos de enfermedad, deficiencias nutricionales y violencia. Por ejemplo, la evidencia mortuoria de Teotihuacán indica tasas de mortalidad tan altas o mayores que las de ciudades europeas contemporáneas. Los patrones de mortalidad en el viejo y el nuevo mundo eran muy similares. La mortalidad infantil era alta, mientras que la esperanza de vida era baja. Basado en datos osteológicos es posible afirmar que ambos continentes compartieron, por lo menos, el tifus y la influenza. Efectivamente, en los grupos de cazadores-recolectores americanos la esperanza de vida era corta, aunque variaba de una sociedad a otra de 16 a 22 años para los hombres y de 14 a 18 años para las mujeres.

Por otra parte la evidencia arqueológica sugiere que la tuberculosis tenía una larga historia entre los habitantes del nuevo mundo: los restos más tempranos muestran claros signos de la enfermedad se remontan a unos 2000 años atrás.
Las pequeñas poblaciones móviles raramente sufrían epidemias, pero, la mayoría de las personas eran menores de 20 años y las infecciones infantiles eran muy comunes. Por otro lado, arqueólogos y paleo-patólogos afirman que la transición hacia una forma de vida agrícola y sedentaria tuvo impacto negativo sobre la salud de las poblaciones humanas en todo el mundo. Por ejemplo, la alimentación basada principalmente en el maíz condujo a la disminución de la estatura, siendo uno de los indicios del deterioro de la salud entre los agricultores del nuevo mundo. Y aunque no está claro si los agricultores vivían un poco más o un poco menos, que los cazadores-recolectores, las expectativas de vida en la América precolombina permanecieron bajas. La consecuencia de la transición hacia las comunidades sedentarias y agrícolas y la expansión demográfica, que la acompañó, fue el aumento del contacto social y la frecuencia de las infecciones. Efectivamente, restos esqueléticos de Norteamérica indican que la tuberculosis era muy común. Al punto de que, prácticamente, cada miembro de esas comunidades prehistóricas tardías tenía contacto directo con la enfermedad .


Además, las tradiciones anteriores a la conquista relativas a epidemias, que ocurrieron durante períodos de desorden social, apoyan la hipótesis de que el tifus pudo haber existido en las Américas antes del siglo XVI. Guamán Poma en su narración sobre los éxitos militares de Pachuti Inca Yupanqui escribió: “La derrota de Chile fue posible por los estragos de la plaga, la cual duró diez años. La enfermedad y el hambre, más que las fuerza de las armas, llevó a la caída de los chilenos, al igual que la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa facilitó más tarde la conquista española”.

También a los aztecas, la sequía y la hambruna entre 1454 y 1457, los puso en inferioridad de condiciones frente a los totonacas de la costa de Veracruz -por mucho tiempo enemigos de aquellos- quienes aprovecharon la ocasión para cambiar comida por esclavos. Por otra parte, los mayas no estuvieron exentos de penurias semejantes como se cuenta en el Chilám Balam: “La cara del señor del katún está cubierta; su cara está muerta. Hay luto por el agua, hay luto por el pan. Su tapete y su trono mirarán hacia el oeste. Vómito de sangre es su costo.”

Ciertamente las enfermedades llegadas a América con los conquistadores causaron estragos al encontrar una población sin defensas frente a ellas. Las más importantes fueron la viruela y el sarampión, afecciones de origen viral y de historia milenaria. El sarampión atacaba, principalmente a los niños, en cambio la viruela no hacía distinción de edades.

La viruela es registrada por primera vez en España en el año 714, en Andalucía, a donde habría llegado de mano de los árabes que invadieron la península en esos tiempos. Sin embargo, la enfermedad no llegó a las Indias occidentales con los españoles.

Faltando pocos días para la Navidad de 1518, el puerto de Santo Domingo recibe un barco negrero portugués que trae un cargamento de esclavos enfermos de viruela. Pronto se contagian los indígenas dominicanos y la enfermedad no tarda en propagarse a la Hispaniola, Puerto Rico, Cuba y el resto de las Antillas.

En el 1520, Pánfilo de Narváez parte desde Cuba hacia México para hacer prisionero a Cortés. El 30 de mayo de ese año, poco después del desembarco, se desata la epidemia en las proximidades de Veracruz. Sin embargo, el mayor asolamiento se produce en la Tenochtitlán sitiada. En los alrededores muchos pudieron huir y escapar de la epidemia. En las islas eso habría sido imposible. Así la viruela completó el macabro trabajo iniciado por la primera gran pandemia que diezmó la población de las Antillas.

Fue también en diciembre, pero de 1493, cuando Colón desembarca en Santo Domingo con 1500 hombres y animales domésticos, que lo acompañaban en éste, su segundo viaje. En Canarias había embarcado algunos puercos que en pocos años se diseminaron por las islas y con ellos la influenza.

Todos los cronistas coinciden en la fecha, lugar, manifestaciones clínicas y secuelas de aquella enfermedad. Fue infecciosa y aguda, extremadamente contagiosa, afectó bien pronto a todos los miembros de la expedición apenas tocaron tierra, matando a la tercera parte de ellos, se caracterizaba por fiebre alta, gran postración, dolor de cuerpo y por una mortalidad elevada. La epidemia produjo un gran daño en la población indígena dando lugar a una “catástrofe demográfica”. Efectivamente, la “peste” que diezmó la población indígena de las Antillas en el año 1493 parece haber sido una influenza suina , ni más ni menos que la gripe porcina.

miércoles, 11 de agosto de 2010

DE CRIMEA A GROENLANDIA

“Digo, pues, que ya habían los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de Italia, llegó la mortífera peste que o por obra de los cuerpos superiores o por nuestras acciones inicuas fue enviada sobre los mortales por la justa ira de Dios para nuestra corrección que había comenzado algunos años antes en las partes orientales privándolas de gran cantidad de vivientes, y, continuándose sin descanso de un lugar en otro, se había extendido miserablemente a Occidente.”Decamerón, de Boccacio
Hacia el 1714 una expedición -mezcla de negocios y de misión religiosa- al mando de un misionero luterano noruego, recorre las costas de Groenlandia sin encontrar rastros de los colonos que se habían establecido a partir del asentamiento fundado en el 984 por Erick Thorvaldson, el rojo. Recientes estudios arqueológicos[1] y otros indicios históricos muestran que las colonias, que llegaron a tener hasta 5000 habitantes, comenzaron a declinar hacia mediados del siglo XIV.
La benignidad del clima por alrededor de cuatrocientos años, del período cálido medieval[2] , facilitó la navegación de los mares boreales y la vida de campesinos vikingos en los fiordos de la gran isla. Sin embargo, hacia el 1300 las temperaturas y la longitud de los veranos comienzan a disminuir iniciándose la pequeña edad de hielo y haciendo cada vez más difícil la sobrevivencia en esas regiones. No obstante, es posible que ésta no fuera la única causa de la misteriosa desaparición de los descendientes de Erick.

En el noreste de la provincia China de Hopei, en el año 1334, aparece una enfermedad nueva, muy virulenta y altamente infecciosa, que mata al 90% de la población de aquella ciudad. A partir de allí, los mongoles y las ratas negras, que los acompañaban en sus correrías, la dispersan por toda Asia.
Poco después, tribus tártaras, aliadas de los venecianos, sitian la ciudad de Kaffa en la península de Crimea, donde se asentaba una colonia genovesa. La peste afecta a los sitiadores y poco después se propaga entre los sitiados. Se cuenta que los tártaros catapultaban los cadáveres infectos hacia la ciudad.
Finalmente, en 1343, la flota genovesa abandona el sitio e inicia el regreso tocando -entre otros- el puerto de Constantinopla y llegando, finalmente, a Mesina (Sicilia) en 1347. Al llegar a este puerto buena parte de la tripulación había muerto. Se les impide desembarcar pero la peste[3] igual lo hace con las ratas que abandonan las naves. Desde aquí se esparce por Italia y pronto por toda Europa hasta Escandinavia.
Antiguos anales islandeses dan cuenta de que, en septiembre de 1349, un barco proveniente de Inglaterra arriba a la ciudad de Bergen, en Noruega. La peste negra ataca sin misericordia y acaba con más de la mitad de la población noruega. Poco después ataca Islandia, la tierra de donde había partido Erick, y termina con las relaciones comerciales y el aprovisionamiento lo cual, seguramente, contribuyó a sellar definitivamente la suerte de los habitantes vickingos de Groenlandia.

Aquella gran pandemia de peste bubónica no fue la primera ni sería la última puesto que “el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande morir en una ciudad dichosa.” [4]




Referencias:


[1] Arneborg, Jette, National Museum of Denmark.
[2] Fagan, Brian. La Pequeña Edad de Hielo, Ed.Gedisa.


[3] Esta epidemia fue de peste bubónica (peste negra) provocada por la bacteria Yersinia pestis, que enferma a las ratas. Las pulgas de estas la transmiten al hombre. Las ratas mueren, las pulgas las abandonan e infestan al hombre. La enfermedad, en alguna de sus formas, también se transmite entre humanos.


[4] Camus, Albert. La Peste, ed.Sur.S.A.

martes, 22 de junio de 2010

SABALOS, JUICIOS Y MUCHEDUMBRES


¡Todos vosotros, sabios célebres, habéis servido al pueblo y a la superstición del pueblo, no a la verdad¡ Y por eso precisamente os han honrado.
F.Nietzsche, Así hablaba Zaratustra.

PRELUDIO

Al pergeñar la estructura de este ejercicio no tardé en advertir que, al querer hablar del fallo de la CIJ y analizar o, sin ser tan atrevido, comentar el fenómeno social, enfrentaba un terreno fangoso. No obstante, lo primero no podía evitarlo y lo segundo me producía una atracción fatal.

Para darme ánimos recordé las muchas veces que leyendo ciencias sociales me encontré con apelaciones a las “ciencias duras”. Algunas veces en forma sistemática como en el caso de la sociobiología[1] y otras con creatividad singular como con la biopolítica[2]. Además, es muy frecuente ver analogías con la física y la química [3]. Sin embargo, no debe considerarse lo que aquí se diga como un enfoque quimiosófico o socioquímico de la realidad sino, apenas como la visión de un estudiante crónico de química que, parafraseando a Nietzsche, es suficientemente humano.

Comenzaré recordando que han pasado cuatro años desde que el gobierno argentino considerara que la controversia -acerca de la interpretación o aplicación del Tratado y del Estatuto del Rio Uruguay- no podía solucionarse por negociaciones directas. Finalmente, las alegaciones argentinas fueron respondidas por la Corte Internacional de Justicia.

Unos treinta días después de la sentencia, el gobernador de Entre Rios afirmaría que la Asamblea Ciudadana manipula todo el enorme consenso que tiene la lucha ambiental y lo aplica a una medida puntual, impopular, injusta y sostenida por pocos como el bloqueo a una ruta internacional que vincula dos pueblos hermanos. Mucha agua había corrido bajo el puente Gral. San Martín desde que estalló el conflicto y nunca, durante los dos mil días de su duración, hubo autoridad argentina alguna que hiciera el mínimo esfuerzo para lograr una solución acordada. Por el contrario, desde el gobierno, y la oposición, se hizo lo posible por sostener política y/o económicamente a la ACAG[4]o en el mejor de los casos se optó por un ominoso silencio cómplice.

En noviembre de 1973, el General, disfrutando su tercera presidencia y apenas 7 meses antes de su muerte, visitaba Uruguay. Su presencia en la capital uruguaya se debía a la ceremonia por la firma del tratado del Rio de la Plata.

Inició su discurso diciendo: es muy profunda mi emoción ante un acto que concreta un hecho largamente esperado por ambas naciones. Para llegar a él, uruguayos y argentinos hemos debido recorrer un camino largo y difícil. Muy vivas están en la memoria aquellas jornadas de 1910, cuando Gonzalo Ramírez y Sáenz Peña protagonizaron en esta misma ciudad de Montevideo, con el protocolo del 5 de enero, la memorable puesta en ejecución de un instrumento que diera fin a innumerables controversias y equívocos entre nuestros dos países.” Y en el párrafo final afirmaba: “Un mismo cielo cubre nuestras dos orillas, su azul refleja en nuestro paisaje, en nuestras aguas y en nuestras banderas. Aceptemos ese simbólico abrazo de la naturaleza como un signo de fraternidad que nos convoca a la paz, al trabajo en común, a la prosperidad y a la felicidad de nuestros pueblos.
Dos años más tarde, durante el gobierno de su viuda, se suscribía entre ambos países el Estatuto del Rio Uruguay, como corolario del Tratado de Límites que había visto la luz en 1961. Esa cuestión había estado pendiente desde 1916 debido a que el acuerdo, firmado por entonces, no había recibido la ratificación de ninguno de los dos países. El compromiso, firmado por Frondizi, establecía los límites sobre las aguas, el aprovechamiento del rio para uso industrial y el régimen de navegación que determinaba que ésta sería libre para los buques de todas las banderas.

A lo largo de los últimos treinta años, desde la firma del Estatuto del Rio Uruguay, se construyeron la represa de Salto Grande y los puentes Artigas y San Martín. En las ciudades costeras o vecinas a las orillas del rio aparecieron industrias diversas o grupos de industrias (p.ej.: Parque Industrial de Gualeguaychú) y todo ello sin que se suscitara ningún conflicto y sin que jamás hubiera reclamos por violaciones al Estatuto ya que no hay constancias de que se presentaran los proyectos ante la CARU[5], como exige la norma. A ello hay que sumar la actividad agropecuaria que implica el uso de toneladas de fertilizantes, herbicidas y pesticidas y los residuos cloacales de 3 millones de personas vertidos al río. A pesar de todo, aún hoy, la contaminación del Río Uruguay es muy baja comparada con la del Rio de la Plata.

Lalo remaba a impulsos regulares y llegamos al Río de la Plata. Era un mañana magnífica y hacia el horizonte el río relucía con toda su belleza………….Saco bogas, patí, dorados, de todo. Para comer y para vender. ¿Se puede comer lo que saca de acá?, preguntaba el periodista. Depende, dice Lalo. Si cuando lo cocinás tiene mucho olor a kerosén, mejor no lo comas.”[6]

SENTENCIADOS

El fallo de la Corte se despliega a lo largo de las ochenta páginas del documento titulado: “Case concerning pulp mills on the river Uruguay” (Argentina vs. Uruguay) [7] . Por fortuna, un comunicado de prensa de la CIJ lo sintetiza y nos ayuda con el trabajo de extraer lo esencial de la sentencia.

En primer lugar la Corte se preocupa en aclarar cuál es el alcance de su jurisdicción haciendo notar que: The parties are in agreement that the Court´s jurisdiction is based on Article 36, paragraph 1, of the Court and Article 60, paragraph 1 of the 1975 Statute. Este ultimo dice: Toda controversia acerca de la interpretación o aplicación del Tratado y del Estatuto que no pudiere solucionarse por negociaciones directas, podrá ser sometida, por cualquiera de las Partes a la Corte Internacional de Justicia. Por lo tanto, la Corte, al analizar las alegaciones argentinas sostiene que sólo son atendibles aquellas que se encuentran contempladas en el Estatuto.

El párrafo precedente nos indica que todo reclamo que exceda lo establecido en aquel no corresponde que sea tratado por la Corte y por lo tanto, es improcedente reclamar por ello.

Para realizar el análisis de la demanda, la Corte divide las obligaciones, supuestamente incumplidas, en procedural obligations y sustantive obligations y comienza por examinar las primeras.

El Estatuto de 1975 impone a la Parte que estuviera planeando ciertas actividades, descriptas en su art.7[8] , primer parágrafo, las obligaciones de procedimiento cuyo contenido, interrelación y límites de tiempo están especificadas en los artículos del 7 al 12. Esto abarca lo que podríamos denominar el período de consulta y negociación y que no podía extenderse más de 180 días.

Uruguay no comunicó a través de la CARU el proyecto que planeaba y esto significó, según la Corte, un incumplimiento de los términos del tratado. No obstante, hubo negociaciones: un acuerdo de cancilleres y la creación del GTAN[9] . Sin embargo, estos pasos fueron dados sin seguir el procedimiento establecido en el Estatuto y no pueden reemplazar a las obligaciones de procedimiento excepto que hubiera mutuo consentimiento. Lo hubo, pero al presentar la demanda Argentina negaba, ante la Corte, su consentimiento.

Durante esta etapa las obras podían suspenderse pero, una vez concluidas las negociaciones y elevado el reclamo a la Corte, ya no. Por ello, la Corte taxativamente afirma que: cannot uphold the interpretation of Article 9 according to which any construction is prohibited until the Court has given its ruling pursuant to Articles 12 and 60. El artículo 12 da la posibilidad de acudir a la Corte pero no obliga. Por lo tanto la Corte considera que aquel no implica la alteración de derechos y obligaciones de las Partes. En consecuencia, la Corte entiende que ello incluye el derecho de implementar el proyecto bajo la responsabilidad de la parte, desde el momento en que el período de negociaciones hubiera terminado.
Sin duda, nuestro gobierno no debió haber despreciado las negociaciones, aunque aquellas no hubieran comenzado adecuadamente, debió esforzarse en un proceso de cooperación reencauzando el conflicto. Sin embargo, sin habilidad para manejar el fenómeno social o especulando con beneficios políticos embarcó al país en un juicio internacional que podía ser desfavorable, como lo fue.

Antes de analizar las obligaciones sustantivas para la protección del ambiente, según lo establece el Estatuto en su artículo 41, la Corte aborda previamente dos aspectos: la carga de la prueba y la evidencia de los expertos.

Para comenzar, la Corte considera que, de acuerdo con el bien establecido principio de onus probando incumbit actori, es obligación de la Parte que asegura ciertos hechos probar su existencia. Este principio ha sido consistentemente sostenido por la Corte en diversos conflictos[10]. Asi que teniendo en cuenta el argumento presentado por Argentina sobre la inversión de la prueba, la Corte observa que no hay nada en el Estatuto que avale ese criterio.

El documento sigue con el reclamo de que las plantaciones (de eucaliptos) en Uruguay podrían perturbar las aguas subterráneas, el régimen del Rio y la calidad de sus aguas (Art.35 del Estatuto)[11] y aquí la Corte observa que Argentina "has not provided any evidence to suppot its contention".
Seguidamente, ante la acusación de que Uruguay habría incumplido el articulo 36 del Estatuto, el cual obliga a las Partes a coordinar a través de la CARU las medidas necesarias para evitar el cambio del balance ecológico del rio, la Corte entiende que Argentina “has not convincingly demonstrate that Uruguay has refuse to engage in such co-ordination as envisaged by Article 36 in breach of that provision.”

A continuación la Corte analiza minuciosamente, a lo largo de muchas páginas, todos los aspectos relacionados con la probable contaminación originada en el funcionamiento de la planta. En ese sentido la Corte encuentra que, desde el punto de vista de la tecnología empleada y basada en los documentos provistos por las partes -particularmente sobre IPPC-BAT[12] - que no hay evidencia para apoyar el reclamo Argentino de que Botnia no cumple con las BATs en términos de las descargas de efluentes por cada tonelada de pulpa producida.

El documento prosigue con la valoración de “las pruebas de alteración del rio” debidas a la planta de celulosa: déficit de oxígeno disuelto[13] , exceso de fosforo, presencia de sustancias fenólicas, de nonilfenol[14] y de dioxinas y furanos y los efectos sobre la biodiversidad.

Vale la pena detenerse en lo que la Corte dice sobre el asunto de las dioxinas y los furanos. ¿Quién no recuerda las temibles amenazas que se cernían sobre los niños de Gualeguaychú debido las terribles dioxinas?

En el fallo se recoge que: Argentina ha alegado que mientras la concentración de dioxinas y furanos en la superficie de los sedimentos (del rio) es generalmente muy baja, los datos obtenidos demostraron que hay una tendencia creciente comparada con los datos compilados por Botnia antes de su funcionamiento. Argentina no reclama por una violación de los estándares, pero se apoya en a sample of sábalo fish tested by its monitoring team, el cuál muestra que un pez presentaba elevados niveles de dioxinas y furanos….
Según parece el pobre sábalo se habría dedicado a comer dioxinas del desague de Botnia. Aquí vino a mi memoria, que la CARU[15] , en su análisis sobre Reproducción y Reclutamiento de Peces Migratorios que se reproducen en el río Uruguay bajo y medio, incluía al P Lineatus (a) Sábalo,. Y que las investigaciones sobre marcación de peces, en el bajo río Uruguay, muestran superposición con los de las pesquerías de sábalo del Río de la Plata[16]. Tal vez, era uno de aquellos peces que Lalo devolvía al rio por su fuerte olor a kerosene.

La Corte determina que no existen evidencias concluyentes, en los registros presentados, de que Uruguay no haya actuado con el requerido grado de debida diligencia o que las descargas de efluentes de Botnia tengan efectos deletéreos o causen daño a los recursos vivientes o a la calidad del agua o al balance ecológico del río desde que comenzara sus actividades.

Finalmente la Corte declara que Uruguay no ha incumplido sus obligaciones sustantivas para la protección del ambiente, de acuerdo con lo establecido en el Estatuto, al autorizar la construcción y funcionamiento de Botnia.

Además, la Corte es de la opinión de que ambas Partes tienen la obligación de posibilitar a la CARU, como herramienta común, ejercitar su función de monitorear la calidad de las aguas del rio y controlar el impacto de Botnia sobre el ambiente acuático. Uruguay, por su parte, tiene la obligación de continuar monitoreando la operación de la planta y asegurar que Botnia cumpla con las regulaciones domésticas y con los estándares de la CARU[17]. Es claro que la Corte ni siquiera sugiere que Argentina tenga derecho a controlar la planta instalada en territorio uruguayo. No podría hacerlo, puesto que el Estatuto no habilita ninguna violación de soberanía.

Esperemos que una pizca de sensatez logre que se encarrilen las negociaciones y comience cuanto antes un amplio programa de control del rio en toda su extensión. La concreción de un programa permanente, sostenido y serio, se convertiría en el primer gran emprendimiento de protección del ambiente realizado en cooperación por dos países latinoamericanos.

MUCHEDUMBRES

Mirando hacia atrás y, además, observando lo que aún hoy ocurre no puedo evitar pensar en que el esfuerzo realizado por algunos, para llegar a la verdad técnica y científica y desde allí encontrar los caminos para un tratamiento racional del problema, han sido parcialmente inútiles.

Aunque pudiera creerse otra cosa, todo este asunto ha sido, y es, sobre política y no resulta extraño que se pensara que al empeñarse en una visión “científica” se era demasiado racional e ingenuo y, por lo tanto, se navegaba contra la corriente. Por cierto, no es ésta una observación novedosa. Efectivamente, hace alrededor de cinco siglos Erasmo[18] escribía: … como nada hay en el mundo que no esté lleno de necedad, y hecho por necios y para necios, yo aconsejaría a aquel que pretendiera ir contra la corriente que, imitando a Timón el misántropo, se vaya a un desierto, y allí solo podrá refocilarse con su sabiduría.
La transmisión por TV[19] , en directo, de la reunión donde se discutía el levantamiento del “corte de la ruta nacional 136” no es un hecho extravagante, es, simplemente, la confirmación de la atención que esta historia ha merecido por parte de la prensa y la política. Movimientos “ambientalistas” de similar factura existieron y existen en muchos lugares del país. Algunos de los cuales fueron exitosos como el de Esquel[20], donde después de un plebiscito lograron impedir la instalación de una mina de oro en la región. Sin embargo, ninguno de ellos logró escalar al nivel de “causa nacional” como el protagonizado por la ACAG. ¿Cuál fue la singularidad que convirtió a los tranquilos habitantes de un pueblo entrerriano en el centro de la atención pública y por tanto tiempo?

Desde el interior de la ACAG, y desde la visión de algunos “intelectuales”, el rasgo destacable del movimiento ha sido su horizontalidad y la carencia de líderes. Sin embargo, este no es un atributo distintivo, por el contrario, es una característica común a infinidad de movimientos similares.

La decadencia de los movimientos ideológicos de masas ha sido un fenómeno global acompañado por el aumento de las asociaciones de tiempo libre[21](leisure organizations). Estas se expandieron en Europa y USA durante los 1960s y los 1970s.
El surgimiento de tales organizaciones depende del crecimiento del número de ciudadanos con suficiente tiempo libre y con ingresos superiores a los necesarios para saciar el hambre de su familia. Tales rasgos son propios de la ACAG que está formada por ciudadanos de clase media (Empresarios, profesionales, comerciantes, jubilados, etc)[22] .

Semejantes asociaciones, pequeñas y ágiles, atienden mucho mejor, que los grandes movimientos de masas, las necesidades y deseos de ciertos grupos sociales. No obstante, la fragmentación eleva las tensiones sobre el contrato social, al poblar el espacio de convivencia con reclamos que no consideran el interés común.

Aunque no se han hallado genes que determinen el comportamiento social, parece haber evidencia, se afirma, para avalar la conclusión de que las diferencias en las conductas colectivas que existen entre diversas especies animales son hereditarias. [23]. Podríamos agregar que, probablemente, el hombre de hoy es aquel sencillo cazador tribal que está haciendo todo lo posible por llevar airosa y orgullosamente sus nuevos jaeces; pero estos son vestiduras complejas y embarazosas, y no deja de tropezar con ellas[24]. Lo que D.Morris nos dice es que la biología del hombre actual es la misma que la de esos cazadores-recolectores y que su vida natural es la tribal, con todos sus atributos. Los grandes conglomerados humanos son, entonces, como supertribus, con superjefes y supersubordinados que suelen ser más sumisos que el más rastrero de los monos[25].

Por cierto, pertenecemos a una categoría de animales conocida por los zoólogos como “gregarios obligados”, lo que significa que no tenemos otra opción que mantenernos unidos. De allí, que el temor al ostracismo aceche en las esquinas de toda mente humana: ser expulsado es lo peor que puede sucedernos.

Sin duda, la evolución ha implantado en nosotros la necesidad de pertenecer y ser aceptado[26]. Sin embargo, la empatía es frágil, según de Waal. Quien agrega que nuestro diseño evolutivo dificulta la identificación con los foráneos. Hemos sido diseñados para aborrecer a nuestros enemigos. Y las comparaciones entre humanos, chimpancés y bonobos muestran que las tres especies afrontan dilemas similares y deben superar contradicciones en pugna por el rango, los apareamientos y los recursos. Podemos decir que en todo grupo organizado de mamíferos, cualquiera que sea el grado de cooperatividad que en el exista, se halla siempre presente una lucha por la dominación social[27].

En definitiva, en palabras de Russell, el hombre natural piensa bien de los miembros de su propia tribu excepto cuando tiene alguna razón especial para pelearse con ellos, pero piensa mal de todas las demás tribus excepto, precariamente, cuando hay una alianza contra un enemigo común[28].

Como se desprende de lo dicho, la tensión de status (la lucha por el poder) es una condición general que se puede desactivar sólo cuando la cohesión interna se intensifica frente a la amenaza exterior.

En una visión actualizada y política[29]el fenómeno, denominado etnocentrismo, se define como la tendencia que tienen los humanos a dividir a la humanidad en dos grupos: ellos y nosotros. En plena coincidencia con las observaciones de D. Morris.

De acuerdo con Sandole (ref.29), es claro que el aprendizaje, la cultura y otras influencias ambientales pueden impactar significativamente sobre a quién se define como amenazante y sobre cómo se responde ante ello. No obstante, la predisposición biológica de bifurcar a los miembros de la especie entre ellos y nosotros está lista para interactuar con la cultura y crear ciertas “historias”, ciertas “disputas territoriales” que se convierten en las bases de un conflicto violento en espiral, pudiendo llegar a límites extremos (Guerras, limpieza étnica genocida, etc).

Según V.Palermo[30] en el nacionalismo territorialista argentino sobrevuela una cierta idea de que la nacionalidad uruguaya es una concesión a circunstancias históricas que, aunque irreversible, no debería ser tomada del todo en serio. Y continúa, más adelante, afirmando que fue el territorialismo, el unanimismo, la fe en el potencial regenerativo de una causa nacional y muy especialmente la noción victimista del despojo los que estructuraron la acción colectiva contra las papeleras en los distintos planos: vecinos, gobiernos local, provincial y federal.
Esos antecedentes sumados a la creación del imperialismo finés configuraron el cuadro apto para sostener la escalada, sólidamente sustentada, además, por la prensa y la política nacional. Especialmente teatral fue la puesta en escena del supermacho alfa, mostrando su pericia en el arte de la realpolitik[31] , durante la proclamación de la “causa nacional” en el coliseo local, el corsodromo de Gualeguaychú.

En consecuencia, no es cierto que la ACAG no tuviera dirigentes[32]. En su apología del conflicto V.Toller destaca la elite dirigente que se conserva desde el principio hasta el presente. Siempre hubo conflictos internos por el poder. Sin embargo, la presencia del enemigo hostil atenuó las controversias y redujo a la sumisión al resto de la población recreando, en forma sui generis, el mito de Fuenteovejuna.

Por último, conviene destacar que, además, los fundamentos de la causa, la supuesta contaminación que “acabaría con la vida” era falsa, como lo sentencia la CIJ. Este comportamiento tampoco es exclusivo de la ACAG.

Hace casi diez años A. Dobson[33], un reconocido militante “verde”, describía y analizaba la ideología ecologista. Afirmaba, entonces, que una presentación del ecologismo no estaría completa sin una apropiada dosis (generalmente pesada) de advertencias pesimistas (doom and gloom). Y continuaba diciendo que: Los ecologistas invariablemente proclaman las terribles consecuencias que resultarán si sus advertencias no son apreciadas y sus recomendaciones ignoradas. Según su opinión, el uso por los verdes radicales de un consistente tono apocalíptico es típico de esa ideología y el movimiento se ha apoyado demasiado fuertemente en ese tipo de proyecciones con el propósito de galvanizar a la gente y empujarla a la acción.
Es posible que muchos se sintieran indignados por la amenaza foránea, pero, Nietzsche nos alerta que: Nadie, nadie miente tanto como el que está indignado. Por otra parte, quizás, no todos mintieran deliberadamente, y podrán ser exculpados. No obstante, ahora Nietzsche se preguntaría: Si somos engañados, ¿no somos precisamente por eso también engañadores?, ¿no nos es inevitable ser también engañadores?
EPILOGO

Como aquel rabí de Praga[34] el gobierno dio vida al golem con la esperanza de usarlo para defender a los suyos. Pero, la violencia destructiva del golem no se puede controlar: agrede a sus enemigos, pero también se vuelve indiscriminadamente en contra suya, de modo que el rabino se ve obligado a convertirlo nuevamente en barro.

Durante cuatro años se consintió la violación de la constitución y las leyes con la argucia de que no se quería reprimir. Reprimir, ¿porqué? Si en una democracia republicana la garantía del cumplimiento de la ley es la justicia y el poder administrador debe arbitrar los métodos adecuados para garantizar el cumplimiento de las sentencias. Finalmente, el mismo poder que consintió la violación de la ley reclama hoy su aplicación.





En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?
J.L.Borges

Referencias


1.-The Triumph of Sociopolitics por John Alcock. Oxford press 2001.
2.-Ensayos sobre Biopolítica. G.Giorgi y F.Rodriguez (compiladores). Ed.Paidós.
3.-En Humano, demasiado humano, F.Nietzsche habla de la Quimica de las ideas y los sentimientos.
4.-Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú
5.-Comisión Administradora del Rio Uruguay. Organismo mixto creado por el Estatuto del Rio Uruguay de 1975.
6.-La Contaminación Sigue entre Nosotros. Por Antonio E.Brailovsky. Publicado en www.estrucplan.com.ar el 8/6/2006.
7.-Ver documento completo en www.icj-cij.org
8.-Art.7: La Parte que proyecte la construcción de nuevos canales, la modificación o alteración significativa de los ya existentes o la realización de cualesquiera otras obras de entidad suficiente para afectar la navegación, el régimen del Rio o la calidad de sus aguas, deberá comunicarlo a la Comisión, la cual determinará sumariamente, y en el plazo máximo de treinta días, si el proyecto puede producir perjuicio sensible a la otra Parte.
9.-Grupo de Trabajo de Alto Nivel.
10.-Ver detalles en el fallo completo.
11.-Conviene recordar que en las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones existen enormes extensiones de plantaciones de árboles.
12.-Integrated Pollution Prevention and Control Reference Documento-Best Available Techniques in the Pulp and Paper Industry of the European Commission.
13.-La mayoría de estos datos han sido analizados críticamente por el Dr.O.N.Ventura y publicados en www.lascosasdenestor.blogspot.com
14.-Sobre los nonilfenoles y las dioxinas he escrito un par de artículos que pueden verse en www.profefeliz.blogspot.com
15.-www.caru.org.ur
16.-En un articulo publicado en el Diario Hoy de La Plata (2006), el Dr. J.C.Colombo (perito ante La Haya) afirmaba:”Altas concentraciones de bifenilos policlorados se han vuelto a encontrar en sábalos de nuestras costas…La franja comprendida entre Quilmes y Berisso fue declarada la más crítica…” Por otra parte, en el mismo artículo, el biólogo M.Remes Lenicov(Director de Desarrollo Pesquero de la Pcia.Bs.As.), decía:” los sábalos tienen un cóctel de diversas sustancias. Los niveles de bifenilos policlorados exceden los recomendados para el consumo humano.”
17.-Ver párrafo 261 de la sentencia de la CIJ.
18.-Erasmo de Roterdan. La cita proviene de su opúsculo publicado en 1509 con el título STULTITIAE LAUS y usualmente conocido como El Elogio de la Locura.
19.-Asamblea realizada el jueves 16 de junio de 2010.
20.-Además del movimiento de Esquel, ha habido otros contra la mina del Veladero, Famatina, etc.
21-The Rise and Fall of Popular Mass Movements: Organizational Change and Globalization-the Norwegian Case. T.Tranvik and P.Selle. Acta Sociológica 50(1)[2007]57-70
22.-De Gualeguaychú a La Haya: medio ambiente, protesta vecinal y política externa en Argentina. Ricardo A.Gutierrez. USAM-CONICET.
23.-Ver ref.1
24.-El Zoo humano por Desmond Morris. Ed.Plaza & Janes, SA.
25.-Ver ref.24
26.-El mono que llevamos dentro por Frans de Waal. Ed.Tusquets.
Ver ref.24
27.-Sociedad humana, ética y política. Bertrand Russell. Ed. Altaya.
Dennis J.D.Sandole, Complexity and Conflict resolution. Cap.3 of Complexity in World Politics. Ed.N.E.Harrison.
28.-Del Otro Lado del Rio. Compiladores Vicente Palermo y Carlos Reboratti. Ed. Edhasa(2006). Este es un libro que reúne una variedad de artículos sobre ambientalismo y política entre uruguayos y argentinos de lectura obligada para quien se interese en el conflicto.
29.-Realpolitik es el tradicional paradigma de poder gobernante que, en su m{as virulenta forma, se manifiesta en una dictadura doméstica y en el terreno internacional como imperialismo. Ver ref.27.
30.-Daños Colaterales. Papeleras, contaminación y resistencia en el río Uruguay. Por Verónica Toller (Periodista del Dia de Gualeguaychú).
31.-Green Political Thought by Andrew Dobson. Ed.Routledge, 4ta ed. 2007.
32.-La Cabala y su simbolismo, por Gershom Scholem. Ed.Siglo XXI. En Multitud, de M.Hardt y A.Negri, hay una amplia referencia al mito del Golem.