domingo, 18 de octubre de 2015

CAMBIO DE CLIMA - EPISODIO III - INUNDACIONES Y SEQUIAS




INUNDACIONES Y SEQUÌAS





Mi adversario es el Cambio Climático.



Agosto 2015, Daniel Scioli[1]





Pero el iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía

 las voces de su escudero Sancho ni echaba a ver, aunque

                                                                                     estaba ya bien cerca, lo que eran, antes, iba diciendo

                                                                   en voces altas: -No fuyades, cobardes y viles criaturas,

                                                                                             que un solo caballero es el que os acomete.

Enero 1605, Miguel Cervantes Savedra[2]


¿Calentamiento global?
      

            En julio de 1833 Darwin desciende del Beagle, en Patagones, y viaja a caballo hasta Buenos Aires. Allí llama especialmente su atención el matadero de la ciudad, circunstancia que registra, con detalle, en su cuaderno de viajes.

“Uno de los espectáculos más curiosos de Buenos Aires es el gran corral donde se guardan, antes de darles muerte, los animales que han de servir para el aprovisionamiento de la ciudad…”

Sin embargo, para la presente historia, resultan más interesantes sus anotaciones sobre el clima del lugar.

“Durante mi viaje me refirieron en términos exagerados cuáles habían sido los efectos de la última gran sequía. Estos relatos pueden dar alguna luz acerca de los casos en que gran número de animales de todas clases han sido hallados juntos debajo de la tierra. Llámase la gran seca el período comprendido entre los años 1827 y 1832. Durante ese tiempo cayó tan poca lluvia, que desapareció la vegetación y los mismos cardos dejaron de brotar. Secáronse los arroyos y el país entero tomo el aspecto de un camino polvoriento. Esa sequía se hizo sentir sobre todo en la parte septentrional de la provincia de Buenos Aires y en la parte meridional de la provincia de Santa Fe.[3]

En los días que corren políticos y funcionarios acusan, en forma recurrente, al Cambio Climático de ser culpable por la supuesta excepcionalidad de las lluvias recientes. En realidad buscan atenuar su responsabilidad frente a las consecuencias de las inundaciones que aquellas producen en zonas urbanas y/o rurales de Buenos Aires. No creo que alguno de ellos sepa muy bien de que se trata el tan mentado cambio de clima y, a pesar de estudios y planes existentes, cuales son las obras que deberían llevarse a cabo para amortiguar los efectos producidos por eventuales excesos de lluvias. Veamos si es posible sintetizar en unas pocas páginas que es lo que yace detrás del aludido “Cambio Climático”.

Hace algo más de 20 años una organización creada por la ONU[4], el IPCC[5], produjo su primer informe en el cual se afirmaba que la “temperatura global” estaba aumentando debido al crecimiento de la concentración del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, provocado por el uso humano de combustibles fòsiles (carbón, petróleo, gas, etc).

Este gas produciría el denominado “efecto invernadero”, causando el CALENTAMIENTO GLOBAL (GLOBAL WARMING) cuyos efectos serían catastróficos para el planeta.

 El análisis del supuesto mecanismo de ese efecto lo dejamos para un futuro Episodio. En este punto no es necesario hacerlo y será suficiente con mostrar un par de datos que hablan con elocuencia de que la teoría de marras es apenas una hipótesis no probada.

El gráfico precedente (fig.1) muestra como ha crecido la concentración de CO2 atmosférico, según las mediciones realizadas por la NOAA[6] en el volcán Mauna Loa (Hawai). En el período representado, la concentración de dióxido de carbono pasa de 300 a 400 partes por millón. Simultáneamente, se determinó la “temperatura global” la cual, durante algunos años, parecía crecer siguiendo el incremento de CO2. Sin embargo, hubo un momento en que aquella dejó de aumentar a pesar de que el CO2 siguiera creciendo.

En el gráfico que sigue[7] (fig.2), construido con datos satelitales, puede observarse la variación de temperatura. En realidad, en él se representa, como es usual, el apartamiento de la “temperatura global” de un elegido valor promedio.


            Lo que aquí se observa es que la temperatura, a partir del año 1998, se mantiene prácticamente constante[8], mostrando las oscilaciones típicas de fenómenos climáticos. Es decir, que hace casi 18 años que la “temperatura global” no aumenta.  En consecuencia, ya no se podía hablar de CALENTAMIENTO GLOBAL y el IPCC cambió su lenguaje comunicacional refiriéndose, desde entonces, a un indefinido CAMBIO CLIMÀTICO.

 Aunque resulta sin sentido hablar de clima o temperatura global, es obvio que cualquier variación climática observada en los últimas décadas no puede ser atribuída al “efecto invernadero”[9] (y su consecuente aumento de temperatura) producido por el CO2.

En la actualidad, algunos “científicos” se abocan a la búsqueda de una explicación para el misterio del calor perdido que supone la constancia de la temperatura. Tal vez, lo correcto sería revisar la hipótesis del “efecto invernadero” causado por el dióxido de carbono.

            Desde luego que citar ese “Cambio Climático” para justificar el exceso o deficiencia de lluvias en la región pampeana es, también, un sin sentido.

La Pequeña Edad de Hielo

 En el Episodio II contamos como el clima depende de los parámetros orbitales (relación tierra/sol)[10], tanto que la temperatura puede cambiar decenas de grados entre verano e invierno. Allí, también aludimos al hecho de que estos parámetros explican la aparición de los períodos glaciales (cuatro en los últimos 500.000 años).

A esos efectos orbitales hay que agregar la actividad solar, es decir, las “explosiones solares” que aparecen como manchas oscuras sobre la superficie del sol[11]. Durante tales episodios se proyecta hacia el espacio materia (plasma) en forma de viento solar que interfiere con el campo magnético terrestre y al mismo tiempo lo hace con los rayos cósmicos,   desviándolos hacia los polos.

Los rayos cósmicos producen en las capas bajas de la troposfera partículas cargadas que funcionan como núcleos que inducen la formación de gotas de agua aumentando la nubosidad que, a su vez, disminuye la cantidad de radiación solar que alcanza la superficie terrestre y la temperatura desciende. Si los rayos cósmicos son desviados hacia los polos la nubosidad es menor y la temperatura superficial aumenta[12]. Es decir una gran actividad solar implica un aumento de la temperatura y una baja actividad solar conduce a un enfriamiento. La variación de las explosiones solares es cíclica alcanzando máximos y mínimos periódicamente[13]. El último mínimo en la actividad solar se produjo aproximadamente entre el 1350 y el 1850 y que dio lugar a la Pequeña Edad de Hielo (PEH).

Vale aclarar que en la fig.3 se observa que el número de manchas solares oscila con ciclos de 11 años y que, además, hay otro cambio, centenario, donde el máximo de los ciclos cortos se hace cada vez menor. Esta disminución conduciría a una nueva Pequeña Edad de Hielo.

Como se ve estaríamos entrando en otra era fría. Si, además, recordamos que, al mismo tiempo, estamos llegando al fin del presente período interglacial,[14] y asumiendo que la historia se repite, deberíamos esperar que nuestro futuro no sea el de un planeta ardiente, como se anuncia, sino todo lo contrario.

 Pero, en realidad, hoy mi interés pasa por ver cómo, aquella Pequeña Edad de Hielo, pudo influir en el clima de las pampas bonaerenses y como podría, el nuevo enfriamiento, afectarlo en los años por venir.

Para no perder el rumbo es necesario recordar el Episodio II, allí vimos que es la diferencia de temperaturas (presiònes) entre los polos y el ecuador la que hace que masas de aire polar frio (MPH)[15], de alta presión, migren hacia latitudes menores, donde predominan las bajas presiones, dando origen a la circulación atmosférica. La rotación terrestre causa que los vientos (desplazamiento de aire) no se produzcan en línea recta. Además las masas de aire frio, por su mayor densidad, viajan sobre la superficie, a baja altura (no más de 2000 m), y en consecuencia la orografía (por ejemplo: la cordillera de los Andes) es también un factor determinante en el clima. Estos MPH son los causantes de los centros de alta presión (anticlones) que originan los vientos predominantes en cada región[16]. El clima de nuestro país está dominado por el Anticiclón de Isla de Pascua, en el Pacìfico, y el de Santa Helena, en el Atlántico[17]. Los vientos se dirigen desde estos centros de alta presión hacia zonas de baja presión (centros ciclónicos). Como los centros ciclónicos y anticiclónicos varían su ubicación podemos tener vientos provenientes de diferentes direcciones en la pampa bonaerense (ver fig.4). Además, debido a la barrera que imponen los Andes a los vientos originados en el Pacífico Sur, es el anticiclón del Atlántico Sur, con sus vientos del este, el que aporta la  mayor parte de las precipitaciones en la zona pampeana. Estas precipitaciones disminuyen gradualmente desde el noreste hacia el sudoeste[18].

En el hemisferio sur las masas de aire frío provienen de la Antártida. Efectivamente, cada hemisferio tiene su propio sistema. No obstante, ello no es óbice para que, en ocasiones, uno influya sobre el otro como veremos más adelante.


Casi al mismo tiempo en que Darwin se sorprendía con el matadero de Buenos Aires y  recordaba la gran seca, Echeverría, en su obra El Matadero, recuerda las grandes lluvias que pusieron fin a aquella memorable sequía.

“Diré solamente que los sucesos de mi narración pasaban por los años de Cristo de 183…

            Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en acuoso barro. Una tremenda avenida se precipitó de repente por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del Alto. El Plata, creciendo embravecido, empujó esa aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras. La ciudad, circunvalada del norte al este por todas las bajas tierras. La ciudad, circunvalada del norte al este por una cintura de agua y barro, y al sur por un piélago blanquecino en cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte como implorando misericordia al Altísimo. Parecía el amago de un nuevo diluvio.”

            En el hemisferio norte la existencia de la PEH ha sido verificada a través de estudios geológicos sobre el avance y retroceso de los glaciares en Europa y el norte de América[19]. Tales  evidencias han sido ampliamente completadas por estudios que muestran como el clima afectó la historia de Europa entre 1300 y 1850.[20] 

            En América del Sur, aunque los datos son relativamente escasos[21] , existen diversos estudios sobre algunos glaciares desde el sur de la Patagonia hasta los Andes Bolivianos, que muestran su fluctuación (avances y retrocesos) durante la PEH[22].  Por otra parte, sobre como afectó la PEH el clima de la región pampeana tenemos una investigaciòn[23] de los sedimentos de lagunas de la provincia de Buenos Aires cuyos resultados indican que la PEH habrìa sido un período relativamente seco tanto en la pampa húmeda (Chascomús) como en la pampa seca (Laguna del Monte-Guaminí). Esta percepción es ratificada por investigaciones que usan restos fósiles de mamíferos como indicadores de cambio ambiental. Tales registros son comparados con otras fuentes de información paleo-ambiental resultando que, la mayoría de los indicadores climáticos,  muestran que el clima en la región pampeana fue mayormente árido desde finales del Pleistoceno hasta tiempos recientes[24] .

            No obstante, es la información histórica la que nos brinda mayores precisiones  sobre la evolución del clima pampeano durante la Pequeña Edad de Hielo. Efectivamente, el análisis de los datos provistos por fuentes històricas[25] permite precisar que durante 268 años, que terminan en 1842, hubo 98 años de sequías (36%) y 15 años de inundaciones(5%), sobre el total de años “normales”, es decir aquellos sobre los que no hay referencias especiales respecto a ambos eventos. En tanto que, a partir de 1842 y durante los siguientes 155 años, hubo apenas 16 años de sequías  (10%) y 39 años de inundaciones (25%), sobre el total de años “normales”. Se corrobora entonces, que a lo largo de la PEH predominó el clima seco en toda la región pampeana donde campeaban las dunas de arena y los campos de loes.  Por lo tanto, las alusiones a la Conquista del Desierto durante el siglo XIX, no son para nada  infundadas.

En la figura 5 se representa la temperatura global de los últimos 4500 años. Aunque el gráfico es semi-cuantitativo la existencia de estos períodos cálidos y fríos ha sido ratificada por numerosos estudios paleo-climáticos realizados en el hemisferio norte y por algunos en el hemisferio sur[26].    

Lo visto hasta el momento nos permite decir, sintetizando, que han existido y existen cambios de clima que abarcan miles de años (ver Episodio II) y otros que se despliegan en el rango de los cientos de años (fig.5). No obstante, éste no es el fin de la historia y veremos que también hay oscilaciones climáticas más cortas (años y décadas), sin olvidar, claro, los acostumbrados cambios de estación que se producen todos los años.


Siempre que llovió paró

            El año de 1857 fue muy lluvioso y la gran cuenca baja del rió Salado formaba parte del mar sin solución de continuidad. Pueblos como Dolores o Chascomùs estaban aislados haciendo muy difícil entrar o salir de ellos. Una pequeña compañía naviera de Buenos Aires presentò un proyecto para llegar hasta ellos navegando.

            Buenos Aires, gobernada por Valentin Alsina, aún no formaba parte de la Confederación, las guerras civiles dominaban la política nacional y provincial. A pesar de ello, ese año se inauguraba el primer ferrocarril mostrando un espíritu emprendedor que durarìa hasta principios del siglo XX. Asi que, a pesar de las dificultades políticas y económicas, no era extraño que a alguno se le ocurriera navegar la pampa deprimida en un barco a vapor, al mismo tiempo que La Porteña recorría, arrastrando sus vagones, los 10 kilómetros que separaban la plaza Libertad del pueblo de la Floresta.

            El vapor Rio Salado del Sur, gracias a la fuerza de sus dos ruedas con paletas y después de 6 dias de dificultades, llegó a la laguna de Chascomús. Allí el Juez de Paz y el Sr.Cura, seguidos indistintamente por todas las clases y sexos de este vecindario se agruparon al punto del fondeadero. En tanto, las azoteas y las arboledas se hallaban apiñadas de un inmenso gentío aplaudiendo con vivas la sorpresa de lo que jamás se ha visto en esta laguna. El pueblo se embanderó, siguiéndose de un prolongado repique de campanas.[27]

            Ese fué el último viaje. Hubieron varios factores en contra del proyecto, pero probablemente, la sequía de los meses posteriores haya sido la causa del final del sueño.

¿O no es un sueño hacer del rio Salado una vía navegable?

            Los climatologistas[28] describen más de media docena de fenómenos climáticos oscilatorios en varias regiones del globo. Entre los más conocidos por nosotros, por su influencia en las condiciones climáticas locales, se encuentra la Oscilaciòn del Pacifico Sur (SO), asociada al fenómeno del Niño por lo cual se la denomina ENSO (El Niño-Southpacific Oscilaciòn). A pesar de ello comentaremos primero sobre la Oscilación del Pacìfico Norte (NPO) vinculada con la Oscilación Decádica del Pacìfico-norte (PDO)[29]. Generalmente se habla de ellas como el fenómeno NPO/PDO. Usaremos, por simplicidad, sólo los datos referidos a la PDO. Existe una gran similitud entre los comportamientos del océano de la región norte y sur del Pacífico. Es decir la PDO también cambia entre dos modos, uno cálido y otro frío (como el Niño y la Niña). En la figura 6[30] se representa el índice PDO. Éste se calcula comparando las temperaturas de la región del Pacífico Norte involucrada, cuando el índice es positivo (rojo) implica que hay un aumento de la temperatura y cuando es negativo (azul) una disminución.

En este gráfico se resalta un momento donde se produce el denominado Great Pacific Climatic Shift. En ese momento se pasa de un período da bajas temperaturas a uno de temperaturas más altas. En la figura 7 (ref.19) se representa la temperatura media anual y allí se nota claramente el cambio de régimen.

            Don Easterbrook (ref.19) basado en un gráfico similar al de la fig. 6[31] nos informa que durante el último siglo hubo dos períodos fríos (1880-1915 y 1945-1977) y dos perí odos cálidos (1915-1945 y 1977-1998). Es interesante recordar que durante el segundo período frio –el más intenso-, de la década del 70, algunos científicos daban la voz de alarma. La revista TIME se hacía eco de aquella preocupaciòn y en su su tapa se preguntaba: How to Survive the Coming Ice Age?

            En la figura 8 se muestra el crecimiento de la concentración atmosférica del CO2 (similar a fig.1) y se destacan en azul o rojo los años fríos y cálidos. Allí se puede ver con claridad que no hay ningún cambio a lo largo del Great Pacific Climatic Shift que permita decir que el súbito cambio de temperatura se deba al dióxido de carbono. Una evidencia más de la inconsistencia de la hipótesis del Calentamiento Global causado por el efecto invernadero debido a ese gas.

            Algunos estudios locales sobre precipitaciones en la región central de Argentina muestran una variación periódica de las lluvias[32]. En la figura 9 puede verse que alrededor de 1975, después de un período de déficit de lluvias, se inicia una etapa húmeda que se hallaría próxima a su fin. Los próximos años, en consecuencia, las precipitaciones se reducirían, instalándose un período seco.

            Es conveniente tener en cuenta que un aumento de temperatura por si sólo no es causa del incremento de lluvias. La pluviogénesis requiere de varias condiciones y no existe una relación directa que implique que a mayor temperatura habrá más lluvias.

            Ese comportamiento de las lluvias en el Sudoeste Bonaerense no parece ser una particularidad de la región. En la figura 10 el Servicio Meteorológico Nacional presenta la deficiencia o exceso de agua en la Argentina durante los últimos 53 años. Allí puede observarse que entre los años 1974 y 2003 las lluvias estuvieron por encima de un valor de referencia. Antes y después de ese intervalo, las lluvias fueron menores, un comportamiento similar al observado en la figura 9.

 Mirando, un vez más, la figura 1 tenemos que concluir que esa variación en las lluvias nada tiene que ver con la variación de la concentración de CO2 atmosférico. Por lo tanto, las alusiones, por parte de nuestros políticos y/o científicos, al Cambio Climàtico (en realidad al Calentamiento Global) para justificar y/o explicar las inundaciones en la región central argentina carecen de fundamentos.


El Niño ha nacido

            Dentro del relato sobre el tema aparece El Niño-Oscilaciòn del Pacifico Sur (ENSO es su acrónimo en inglés) como un protagonista del clima global. Así que, cada vez con mayor frecuencia, la prensa nos advierte sobre los efectos del fenómeno ENSO, de sus alcances y consecuencias. Sin embargo, para nosotros, simples ciudadanos el asunto está rodeado de misterio.

Este Niño ha adquirido fama notable por estas pampas y su popularidad se debe a la importancia que parece tener para la producción agropecuaria por su aparente vinculación con algunos excesos de lluvias e inundaciones.  En el ámbito académico el fenómeno ha despertado gran interés y es objeto de numerosos estudios, a pesar de lo cual algunos aspectos de sus causas permanecen sin aclarar.

            Ha sido en el este del Pacífico donde ese fenómeno marino fuera observado por primera vez. El término El Niño se refería, originalmente, a una débil y cálida corriente oceánica dirigida hacia el sur y que se desarrollaba anualmente a lo largo de la costa del sur de Ecuador y el norte de Perú, durante la época de Navidad.

            La corriente fría de Humbolt (o del Perú) se desplaza en dirección norte, primero siguiendo la costa de Chile y luego las costas de Perú y Ecuador. Esta corriente produce un ascenso de aguas frías hasta la superficie. Cada año, una débil corriente costera fluye hacia el sur aprovechando la debilidad de la corriente de Humbold durante el verano. El agua cálida proveniente del norte, se extiende a partir de la Contra Corriente Ecuatorial (Figura 11) y temporariamente reemplazan el agua fría ascendida por la corriente fría.




Cada tanto, la corriente del Niño avanza más hacia el sur y, cuando ello ocurre produce escasez de plancton, los peces disminuyen, detrás de ellos también decrecen las aves que se alimentan de estos y los pescadores ven menguada su producción. No obstante, los agricultores se ven beneficiados por las lluvias que acompañan estos cambios.

            Como puede apreciarse en la figura 12, normalmente, los vientos alisios (trade winds) soplan fuertes hacia el oeste acompañando las corrientes ecuatoriales del norte y del sur. Mientras tanto, la contra corriente ecuatorial es débil. Este comportamiento contribuye a mantener fría las aguas superficiales de la costa este del Pacìfico y a acumular aguas càlidas al norte de Australia. En la figura 12 se puede ver, además, que sobre el oeste hay una regiòn de baja presión y hacia el este de presión más alta. Esta diferencia de presión favorece los vientos alisios.



Cuando se instala el verano en el hemisferio sur, al predominio de la corriente de El Niño, se agrega un aumento en la presión atmosférica en la zona oeste del Pacìfico (Darwin-Australia) y una disminución en el este (Tahiti). Este nuevo gradiente de presión debilita los vientos alisios y fortalece la Contra Corriente Ecuatorial aumentando la temperatura del agua superficial en el lado este y ampliando la zona de aguas càlidas (warm water).




Se ha señalado[33] que -durante El Niño- Darwin y Tahiti, que se encuentran por encima y por debajo del ecuador, están bajo la dinámica invernal del hemisferio norte y la dinámica del verano austral, respectivamente. Esto implica que no hay vinculación física entre ellos. Efectivamente, cada uno se halla bajo la influencia de la dinámica meteorológica del hemisferio al que pertenece.[34]

            Ese cambio en las presiones, que ocurre periódicamente, es la denominada Oscilación del Pacífico Sur (SO) y da lugar a la denominación de ENSO para el fenómeno descripto.

            En la figura 14 puede verse como se distribuían las aguas cálidas del Pacífico ecuatorial durante el ENSO de 1998.(más rojo más cálidas). En este caso la temperatura más alta superaba en alrededor de 40C los valores de las épocas normales.




            El cambio en las corrientes oceánicas no tiene nada de misterioso, no obstante, la causa del cambio de presiones no está aclarada adecuadamente.

            Normalmente, las lluvias coinciden con la presencia de aguas cálidas, por lo tanto, no es sorprendente que las lluvias que suelen acompañar al El Niño sean atribuidas al aumento de la temperatura del mar. Sin embargo, no es condición suficiente. Es bien conocido[35] que la pluviogénesis requiere de varios factores: el potencial precipitable, la transferencia de vapor de agua, la convección ascendente y una estructura de la troposfera que no impida el desarrollo vertical de nubes.

            El Niño, como hemos visto es un fenómeno local, más allá de la influencia de la Oscilación del Pacífico Sur (SO). Sin embargo, el fenómeno ha adquirido el prestigio de Super Niño con impacto en el clima de todo el mundo. En realidad, el ENSO es, por un lado, una consecuencia de la dinámica debilitada del hemisferio sur durante el verano austral. Pero, es incuestionable[36] que los episodios del El Niño en el Pacífico Este son fenómenos que pertenecen al espacio aerológico del Pacífico Norte, están controlados por la fuerza de los MPH árticos y por los alisios del Norte (trade winds) reforzados que empujan el ecuador meteorológico (Ver en la figura 15a el desplazamiento de la ITCZ[37]) hacia el sur.



            Hacia el este de la barrera formada por los Andes, en la cuenca amazónica, la línea superficial del ecuador meteorológico es corrida hacia el sur de la foresta y alcanza el borde norte de la depresión del Gran Chaco. Aquì el monsón amazónico es empujado hacia el sur por MPHs y los alisios del norte y, a su vez, atraído por la baja termal que se profundiza sobre el continente al sur de la selva. Al mismo tiempo, hacia el oeste de los Andes, sobre el Pacífico Sur a la altura de Perù, los MPHs del sur soportados por la cadena andina mantienen el ecuador meteorológico en su posición invernal, cerca del ecuador (fig.15). Finalmente, ese corrimiento hacia el sur de la ITCZ, en el Amazonas, es la causa del aumento de lluvias en nuestro país (fig.16).


            El fenómeno de El Niño se ha observado durante los años: 1972-1973, 1982-1983, 1997-1998 y 2002-2003. Es decir que el intervalo que los separa varía entre 4 y 12 años. Sin embargo, en la región pampeana hemos tenido lluvias excesivas también en años sin El Niño (1978, 1980, etc).

            La sequìa que azota desde finales del año 2008 a las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Entre Rios, Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa adquiere características alarmantes.

Provocada por la escasa cantidad de precipitaciones, en zonas donde éstas son frecuentes la sequìa arrasa con todo, atentando contra el equilibrio natural, poniendo en riesgo la flora, fauna, actividad productiva y la calidad de vida de quienes habitan las zonas afectadas”[38]. “Por la sequìa, más de 150 personas se reunieron para compartir una actividad inusual: cruzar la laguna de Chascomús a pie”[39] La laguna que alguna vez fuera cruzada por un barco a vapor.

Tres años más tarde, se recordarìa que durante la campaña 2008/2009 se habían perdido 35,4 millones de toneladas de grano mientras se comentaba: “Lejos de aflojar, la sequìa que afecta los cultivos de maíz y soja en la pampa húmeda aprieta cada vez más y ya casi tan dura como la del ciclo agrícola 2008/2009”[40]


Ameghino, a fines del siglo XIX, escribia: “Las secas y las inundaciones constituyen un mismo problema…adquirí la convicción de que todo esfuerzo y todo trabajo que tendiera a evitar uno de esos males sin tomar en cuenta el otro ocasionaría probablemente más perjuicio que beneficio.”[41]

Desde entonces, se han realizado diversos trabajos de canalización sin considerar obras para el manejo de aguas pensando en las sequías. En el año 2007, finalmente, se elabora un Plan Maestro para la cuenca del Salado pensando solamente en el control de las inundaciones olvidándose, una vez más, de las secas que, como hemos visto son usualmente más frecuentes. A pesar de las limitaciones del Plan Maestro apenas se han hecho algunas obras y hoy se encuentra paralizado.

Según la información disponible esta temporada, el ENSO que está en pleno desarrollo y que de acuerdo con lo que hemos visto debería alcanzar su máximo potencial en los próximos meses, tendría una gran intensidad. Si así fuera, es posible que durante el verano tengamos lluvias intensas. No obstante, es posible que dentro de la siguiente década entremos en un período seco y las inundaciones sean más esporádicas. Es probable, entonces, que nos olvidemos de ellas y Plan Maestro nunca termine de ejecutarse.


Veremos otra vez, como buena parte de la enorme planicie de tierras inundables (fig.17) vuelve a convertir en un desierto como aquel donde: “Ni un árbol, ni un indio, ni una miserable charca en los campos, cada vez más altos, más arenosos y de vegetación triste y amarillenta. En cambio, brillaba un sol de enero en clima mediterráneo, las arenas reverberaban como una hoguera, los semblantes amoratados, las gargantas irritadas y los caballos profundamente chupados.”[42]

CONTINUARÁ…


BIBLIOGRAFÍA


[1]Gobernador de la Provincia de Bs.As 2007-2015
[2] Autor del El Quijote.
[3] VIAJE DE UN NATURALISTA ALREDEDOR DEL MUNDO, Charles Darwin
[4] Organización de las Naciones Unidas (ONU)
[5] Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC)
[6] NOAA, National Oceanic and Atmospheric Administration (USA)
[7] Autor del gráfico: Roy W Spencer, University of Alabama- ex NASA
[8] Mistery of missing heat, Science, 170 (2006)213
[9] Sobre el “efecto invernadero” hablaremos en un futuro Episodio.
[10]http://profefeliz.blogspot.com.ar/2014/06/cambio-de-clima-episodio-ii.html
[11] http://profefeliz.blogspot.com.ar/2011/11/amenaza-nuclear-fision-y-ficcion.html   .En este articulo se habla sobre la actividad solar, los rayos cósmicos, etc
[12] COSMIC RAYS AND EARTH’S CLIMATE,  Henrik Svensmak, Space Science Reviews 93: 155–166, 2000. Hay también un pequeño (0.1%) aumento de la radiación UV.
[13] Ver el Laboratorio Solar de la NASA, http://solarscience.msfc.nasa.gov/
[14] Ver ref. 10
[15] GLOBAL WARMING, The Erring Ways of Climatology. El autor es Marcel Leroux, meteorólogo francés. Es el creador del concepto de Mobil Polar High (MPH) que se refiere a las masas de aire polar de alta presión que se desplazan desde los polos hacia el ecuador.
[16] Ver ref.15
[17] Predominance of arid cliamates indicated by mammals in the pampas of Argentina during the Late Pleistocene and Holocene. E.P.Tonni, A.L.Cione, A.J.Figini. Paleogeography, Paleoclimatology, Paleoecology 147(1999) 257-281
[18] Ref.17
[19] a) Evidence-Based Climate Science by Don Easterbrook. Ed. Elsevier, 2011. b) Mid- to Late Holocene Cliamate Change: an overview.  Heinz Waner et al. Quaternary Science Review,27(2008) 1791-1828.
[20] a)La Pequeña Edad de Hielo de Brian Fagan, Ed. Gedisa, 2000. b) Cliamate, History and the Modern World by H.H. Lamb. Second Edition by Routledge, 1995.
[21] El Registro de la PEH en Lagunas Pampeanas por C.Laprida, M.J.Orgeira y N.Garcia Chapori. Rev Asoc.Geol. Argent. 65(4)[2009] 603-611.
[22] a) Little Ice Age fluctuations of small glaciers in the Monte Fitz Roy and Lago del Desierto areas, south Patagonian Andes, Argentina por M.H. Masiokas et al. Paleogeography, Paleoclimatology, Palaeocology, 281 [2009] 351-362. b) Historical records of San Rafael glacier advances (North Patagonian Icefield): another clue to “Little Ice Age” timing in southern Chile? A. Araneda et al. c) The Little Ice Age glacier advance in the Central Andes (350S), Argentina by  L.E. Espizua et al.  Paleogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 281[2009]345-350. d) Dating of Little Ice Age glacier fluctuations in the tropical Andes: Charquini glaciers, Bolivia, 160S by A. Rabatel et al. External Geophysics, Cliamate and Environment (Glaciology). C.R.Geoscience 337[2005]1311-1322. e) Glacier fluctuations in extratropical South America during the pasta 1000 years by  M.H Masiokas et al. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 381[2009]242-268.
[23] Ver ref.20
[24] Predominance of arid climates indicated by mammals in the pampas of Argentina during the Late Pleistocene and Holocene by E.P. Tonny et al. Paleogegraphy, Paleoclimatology, Palaeoecology. 147[1999]257-281
[25] Cambio climático en la pampa bonaerense: las precipitaciones desde los siglos XVIII al XX por J.R.Deschamps, O.Otero y E.P.Tonni. Documento de Trabajo 109 de la Universidad de Belgrano.
[26] a) An ikaite record of late Holocene climate at the Antartic Peninsula por Zunli lu et all. Earth and Planetary Science Letter 325-326[2012]108-115. b) Unstable Climate Oscillations during the Late Holocene in the Eastern Bransfield Basin, Antartic Peninsula por OO-Keun Khim et all. Quaternary Research 58[2002]234-245. c) Tree-Ring and Glacial Evidence for the Medieval Warm Epoch and the Little Ice Age in Southern South Amerìca. Además de la ref.17.
[27] a)Biografía del Salado de Carlos Moncaut, La Plata 1970. b) Viaje del vapor Rio Salado del Sur de Bs.As a Chascomús de Carlos Moncaut, La Plata, 1957.
[28] The Global Climate System, Patterns, Processes and Teleconections by Howard A. Bridgman and John E. Oliver. Cambridge, University Press 2006.
[29] Ver ref.19
[30] Figura 6 se obtuvo del Profesor Roy Spencer, http://www.drroyspencer.com/
[31] Los datos usado para construir las fig. 6 y 7 fueron obtenidos de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), USA.
[32] Influencia Climàtica en el Sudoeste Bonaerense y Sudeste de la Pampa, por Adolfo Gave, Acaecer 31(360)[2006]18-23.
[33] Profesor Marcel Leroux, Directo del Laboratorio de Climatologìa y Riesgos Naturales, Ambiente. Universidad Jean Moulin, Francia.
[34] Para estudiar el SO sería mejor tomar las presiones  sobre la Isla de Pascua ya que Tahiti, muy cerca del ecuador, tiene una doble influencia.
[35] Ver ref.15
[36] World Meteorological Organization (1993 to 2004) WMO statement on the status of the global climate in…
[37] Zona de Convergencia Intertropical (ITCZ acrónimo en inglés)Ver Episodio II en www.profefeliz.blogspot.com
[38] Informe: Sequia Històrica publicado por el Sindicato de Obras Sanitarias de la Prov.Bs.As.
[39] Infobae, 11/03/2009
[40] La Nacion, 30/12/2011
[41] Las Secas y las Inundaciones en la Prov. de Bs.As, por Florentino Ameghino, 1884.
[42] Callvucurá, Paine, Relmu. Por Estanislao S. Zeballos. Hachette.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo!

Anónimo dijo...

Excelente información. Muy buen artículo