miércoles, 27 de febrero de 2008

REMERAS NEGRAS


Escrito por MRF, en La Plata, el 27 de febrero de 2008



“Mirá hermano…yo sé lo que te digo!...Si la historia y el patriotismo, manejados con cierta malicia, no te pueden abrir cancha, es porqu´estás destinado a vivir de tu trabajo…¡Pero, es bueno que tentés!...La historia…”
-Como pa historia´ndo yo… que de pobre me voy quedando hasta miope.
Patriotismo…y caldo gordo, de Fray Mocho
Habían recorrido la distancia que separa Gualeguaychú de Concordia en una combi blanca. Incluidos los fotógrafos y periodistas, el grupo estaba formado por no más de veinte personas. La mayoría de ellos eran saludables cincuentonas y sexagenarios de pelos grises, todos pacíficos ciudadanos, gente mansa. En pocos minutos desembarcaron sus bártulos (equipo de sonido, pancartas, banderas argentinas, etc), sin prisa montaron la escenografía y comenzaron el “escrache”, uniformados por sus remeras negras. Sobre la cerca de la vivienda instalaron un gran cartel que hacía elocuente su propósito: “Mauro Real traidor a su país fuera del nuestro”. Después de amenazar a toda la familia de varias formas y de arrojar huevos podridos hacia la casa, el acto concluyó cantando, con simulada unción, el Himno Nacional Argentino.
-Entonces, ¿La tarea de inteligencia previa y la eficaz organización, fueron las causas del éxito de la operación?
- ¡Afirmativo!

Escrachar es una palabra ingresada a la lengua de los argentinos por la ventana del lunfardo. Tiene varios significados que, de algún modo, establecen los límites dentro de los cuales puede moverse el escrachador y determinan, a su vez, las consecuencias que habrá de sufrir el escrachado. De tal forma, se puede escrachar con una cámara fotografiando al sujeto subrepticiamente o se puede escrachar al miserable rompiéndole la cara. Sin embargo, la acepción que hoy parece más popular es la de poner a alguien en evidencia, delatarlo abierta y públicamente. No obstante, conviene no olvidar su etimología italiana (schiacciare) que significa aplastar.
Se aprecia, a simple vista, que el alcance del escrache dependerá de la voluntad e intención del escrachador. Aunque, tal vez, también dependa de la actitud del escrachado. ¿Qué tál si éste enfrenta al escrachador con epítetos y frases también intimidantes? ¿Cómo se resuelve la pulseada?, por la fuerza. ¿Y quién gana?, el más fuerte. Si ésta es la lógica aplicable, ¿como se evita la contienda? Sólo es posible eludirla si el escrachado es suficientemente débil como para responder al ataque. Es por eso que la mecánica del escrache se sustenta en la dinámica de grupo contra individuo. La patota, la barrabrava, la brigada de choque, el grupo comando o la turba contra el culpable. Se garantiza de esa forma el éxito del escrache.
La sucesión, delación-intimidación-linchamiento, se interrumpe o se completa dependiendo de las circunstancias. El grupo avanza hasta donde lo indica su sensación de impunidad, la convicción de que no tendrá castigo alguno, de que él representa la ley.

“Crece la movilización. La Asamblea escracha a directivo de Botnia”, tituló, en primera plana El Dia de Gualeguaychú.
“Teníamos miedo de Concordia, pero la policía apareció cuando ya nos íbamos”, declaraba uno de los remeras negras. Son indicios de que estás protegido, te sentís seguro.
“No te vamos a dejar en paz, vamos a volver”, vociferaba frente a la casa de Mauro una saludable señora detrás del megáfono. Y como si no fuera suficiente, le reclaman que piense en sus hijas cuyos nombres mencionan. ¡Una canallada!
La Asamblea de Gualeguaychú tiene en su haber varios escraches: la casa del asambleísta Hector Rubio, la del vecino Guillermo Fazzio, la del ex-vicegobernador Guastavino y ahora la de Mauro Real de Azúa. Todos por distintas causas recibieron el mote de traidores. Estos no han sido, sin embargo, los únicos episodios donde la patota ha exteriorizado su prepotencia
.

Es evidente que la elección del sujeto del escrache debe ser realizada de alguna forma. Algún simulacro de juicio –público o secreto- habrá de llevarse a cabo, sin derecho a defensa por la obvia culpabilidad del acusado. Cada grupo escrachador tendrá sus propias reglas para elegir el candidato y establecer el alcance de la operación.
Se ha dicho que el escrache es un invento argentino. Sin duda, el procedimiento se ha convertido en un hábito local. No obstante, como el dulce de leche, aquel tampoco es un invento argentino.
Humillar y denigrar al enemigo ha sido, y es, un procedimiento habitual en el mundo. Nuestra Santa Inquisición, quien llevara a un alto grado de sofisticación y sistematización los métodos de tortura y de ejecución de condenados, nos muestra también como tratarlos si estos, a juicio del tribunal inquisidor, no merecieran la pena capital.
Así es que, a los reos que no hubieran hecho suficientes méritos para consumirse en la hoguera, se les solía vestir con una túnica de arpillera, un capirote sobre la cabeza y un escapulario con la cruz de San Andrés colgado del cuello -un sambenito- y se los exponía así vestidos a la humillación pública. Hoy se le “cuelga el
sambenito” a quién es objeto de difamación y desacreditación.
“Señores vecinos sepan que están viviendo con el traidor al lado de sus casas”, se desgañitaba en la despedida la generosa dama de remera negra.

Para no ensañarnos con el Santo Oficio, es justo recordar que, durante los años de terror de la Revolución Francesa, el escarnio público –escrache- precedía a la filosa labor de la guillotina. De tal forma desfilaron por las calles de París, en un carro y en medio de la multitud que los vituperaba, primero María Antonieta, tiempo después Dantón y finalmente el mismísimo "incorruptible", Robespierre. Una asamblea, el Comité de Seguridad Pública, tomaba las decisiones sin demasiados prolegómenos y consideraciones.
Hay quienes se sienten incómodos cuando al analizar ciertos métodos de acción política, se lo hace a la luz de la historia de los totalitarismos contemporáneos. Sin embargo, hacerlo es inevitablemente correcto.
En el principio están las Sturm Abteilung (camisas pardas) escribiendo “Juden” sobre la vidriera de aquel comercio de Berlin y exhibiendo un cartel que reza: “¡Alemanes resistan! ¡No compren a los judíos! Pacífico y simple escrache dirigido a los enemigos de la causa nacional. Luego siguieron los campos de exterminio y la solución final.
¿Exageración, basada en historias ajenas y lejanas? ¿Nada nos dice nuestra historia próxima?

Ese año de 1977, casi a diario se tropezaba, en alguna de las calles de La Plata, con “la patota”. Aquella siniestra caravana de autos variopintos llenos de sujetos malentrazados y armados. Casi no se hablaba del asunto. La vida, para la gran mayoría, transcurría sin mayores sobresaltos.
Una mañana de febrero como otras, estacionaba el auto en la puerta de su casa. En un minuto recogería a su esposa y a los pibes para iniciar la jornada. Al levantar la vista los vio salir por el pasillo. Venían de su departamento.
Ante su pregunta dijeron que llevar documentos no era necesario. Lo hicieron acurrucar en el suelo, detrás del conductor, lo cubrieron con una frazada y partieron. Esto no era el principio y tampoco sería el final.

Decía Hanna Arendt en Los Orígenes del Totalitarismo: “el firme concepto jacobino de la nación fundamentado en los derechos humanos, esa concepción republicana de la vida comunitaria es el que afirma, en palabras de Clemenceau, que infringiendo los derechos de uno se infringen los derechos de todos.”
En consecuencia, estas reflexiones, que aquí hago, deben considerarse casi como un ineludible alegato en defensa propia. No callo y me levanto porque no quiero llegar al fin de mis días y responder como Clemenceau: ”¿Esperanza? ¡Imposible! ¿Cómo puedo esperar algo cuando ya no tengo fe en lo que me alzó, es decir, en la democracia.”

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Mario:

Excelente artículo, describe claramente y específicamente el accionar que están realizando algunos asambleístas, buscando por la violencia que su postura y su pensamiento prime por sobre el resto de la sociedad.

Lo acabo de cargar en el blog de ecomercosur en:

http://www.ecomercosur.com/?p=283#comment-2090

Un enorme abrazo.

silvio dijo...

Querido Mario:
Interesante tu propuesta sobre estos escraches que vienen sucediendose y que ,como tu muy bien aclaras,son tan viejos como la historia misma.
Pero yo quiero romper una lanza a favor de aquellas y aquellos (normalmente las absolutas mayorias)no tienen otra herramienta disponible para hacer "su justicia".
La DEMOCRACIA no existe en Argentina ni en otro lugar del mundo actual conocido por mi.Por lo tanto es cierto que en innumerables situaciones las mayorias (y mucho menos las minorias) no tienen otra posibilidad de hacer "su justicia" mas que con el escrache.
Yo que vivo en la "europa democrática" te puedo asegurar que esto no es ni mucho menos DEMOCRACIA.
Sin decir palabras ni mención alguna en estos tiempos de elecciones,nuestro "querido y campeón democratico" PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL - PSOE acaba de esconder a los trabajadores de este pais una ley por la cual se puede hechar a la puta calle a un trabajador que este de baja laboral por enfermedad ,porque según este PARTIDO QUE DICE REPRESENTAR A LOS TRABAJADORES,UN ENFERMO NO ES PRODUCTIVO.
Mi hija mayor que ,lamentablemente ,tiene cancer ya ha sido hechada a la calle por esta ley de los "democratas" del PSOE.
Esta es nuestra "democracia".
¿Como se defenderán,cuando se enteren, los trabajadores?
Un abrazo.Silvio

Anónimo dijo...

Antonio, gracias y un abrazo.
Mario

Anónimo dijo...

Hola Silvio,
en primer lugar lamento mucho la situación personal que describes.
Como tu sabes la democracia, a secas, indica solamente quienes son los que eligen los gobernantes. En mi opiníón, en este momento, el conjunto mínimo de instrumentos necesarios para pensar una sociedad son los siguietes: la ya mencionada democracia que debe ser republicana (la república es el segundo elemento) y el tercero es la libertad. Se bien que cada uno de ellos es merecedor de muchas interpretaciones. No obstante, más allá de las variantes posibles sin ellos, a mi juicio, no es posible construir relaciones sociales adecuadas para una vida aceptable. Desde luego, ni siquiera contando con las tres herramientas en plenitud existen garantías de que todos serán satisfechos. No parece que sea posible dar a todos según su necesidad. Pero sin ellos seguro que es imposible.
Que en cualquiera de las "democracias" de tipo occidental haya actores que esten insatisfechos no invalida el sistema. Sin mucho, esfuerzo es posible apreciar que otras alternativas son mucho peores.
Te deseo buena suerte con las dificultades que enfrentas.
Un gran abrazo, Mario

josepepedro dijo...

Felicitaciones! Dr. Mario Féliz.
No solo lo comparto sino que también "lo retransmito" en mi sitio sobre el tema, que cumple 2 años.
http://josepepedro.blogspot.com/

José Pedro Borca
Montevideo, Uruguay.

profefeliz dijo...

Estimado Josepedro,
gracias por escribir. Siempre es reconfortante compartir.
Un abrazo,
Mario

Diego Estin Geymonat dijo...

Estoy de acuerdo contigo en el rechazo al accionar puntual de estas personas en esta ocasión.

Por otro lado, creo que el "escrache" es mucho más complejo que su reducción a un fenómeno de connotaciones fascistas. En particular porque en tu escrito se traza una analogía entre el escrache de Concordia, el accionar de las SA, de la Inquisición, y de las masas parisinas en plena revolución francesa, que es un poco difícil de sostener.
Me parece, por ejemplo, inconmensurable el escrache de Concordia con la viñeta que traés de la Alemania nazi.

De hecho, lo único que puede unir a todos esos ejemplos es un fenómeno básico, subyacente, que tiene que ver con lo otrora se conocía como "psicología de las masas".
Ya Spinoza señalaba el doble potencial de la multitud: un potencial profundamente destructivo e irracional, pero otro, no menos intenso ni profundo, creativo y capaz de los logros más asombrosos.

Sin la sangre de las masas iracundas de los sans-culottes, ni de las luchas de tus poco queridos jacobinos (quienes recuerdo que una vez los comparaste con la Asamblea de Gualeguaychú) quizás hoy no disfrutaríamos de las libertades que disfrutamos.

Hace un tiempo escribí sobre el tan desprestigiado Terror y la dinámica del período jacobino de la revolución. Ahí explico un poco mejor mi opinión al respecto.

Saludos,

Estín Geymonat

silvio dijo...

Hola a todas y a todos:
No conozco a Estin (me gustaría conocerlo)pero acuerdo con el .
Sobre las posibilidades de los escraches y de su uso en DEMOCRACIA sigo pensando:
Aunque esta herramienta pueda ,en muchas ocaciones,ser instrumentada para fines políticos opuestos a la DEMOCRACIA,sigo creyendo que es una herramienta válida y que debemos usarla todas las veces que sea necesario (en particular cuando no nos dejan otra salida).
Delegar el poder en los REPRESENTANTES fue el primer gran error de los DEMÓCRATAS REVOLUCIONARIOS FRANCESES.
Y ante esa delegacion de PODER(defendida a partir de alli por los futuros sectores contrarevolucionarios,los liberales,a lo largo de la historia)solo nos queda el "scrache" en vivo y en directo para defender nuestras ideas y ponerlas en acción.Aunque,repito,tambien la use el otro.
El LIBERALISMO ,que es el motor político e ideológico en la lucha contra la verdadera DEMOCRACIA ,se esconde siempre detrás de las "buenas palabras" o "buenas acciones" como si fueran naturales.Y NO LO SON.
Porque lo natural sería que las mujeres y los hombres nos autogobernáramos sin "representantes" ni "delegados" de ningún tipo.
Aunque suene a UTOPÍA , con ella me quedo.Abrazos.Galileo

Anónimo dijo...

Estimados Deg y Galileo,
El escrache, como la manifestación, la concentración, la volanteada, etc;es un método de acción política utilizado ampliamente en algunos países.Es una forma de intimidar al adversario(enemigo)y que en los tiempos modernos fue popularizado por los fascistas italianos y luego los alemanes,etc, en las primeras etapas hacia la toma del poder.
Que en la actualidad lo utilicen grupos que dicen(cren) buscar la salvación de la humanidad (mesianismo, ¿de izquierda?)no lo convierte en una forma adecuada de hacer política.
La intimidación no sólo alcanza al sujeto del escrache sino a los que observan la acción. Esta práctica resulta más intimidante cuando los grupos escrachadores permanecen impunes.
Ciertamente,repasando la historia se observa que los métodos políticos utilizados son comunes a todos los grupos y suelen copiarse unos a otros.
Mi punto es que el escrache no puede ser justificado. Que usarlo para promover "fines loables" es inmoral.
Usualmente, aún en los momentos de mayor auge, los participantes de la acción política activa son minorías.
La Revolución Francesa, la democracia, el liberalismos, etc. quedan para más adelante.
No obstante, y como estoy charlando con dos amigos de izquierda citare a Eric Hobsbawn.
Este historiador marxista,citando a su vez a Georg Brandes, se pregunta ¿que sentido tiene pronunciar un sermón contra un terremoto?(¿O favor de él?)Es decir es un hecho histórico que no puede ser cambiado. Y por otro lado Hobsbawn suele resaltar a la Rev Francesa como una revolución de la clase media, y esto es lo que me indujo, en su momento ha hacer la comparación con la ACAG, típico movimiento de clase media (¿es más adecuado decir burgués?)
Finalmente, el escrache es señalado como el principio de una progresión bélica que puede alcanzar expresiones sin límites. Hay en todo esto una concepción militarista de la política. En realidad, es una visión donde la política es otra forma de hacer la guerra.
Un abrazo, Mario

Enrique Pereira dijo...

¿No está la discusión sobre la legitimidad o ilegitimidad del escrache como instrumento político, contenida en la del fin y los medios para obtenerlos?

¿Quién debe decir si un medio se justifica por un fin? ¿O cuándo sería necesario, o cuándo no hay otras salidas?

¿Quién puede decir que cualquier acción agresiva es capaz de aspirar a la mitigación de la legítima defensa?

¿Quién dijo que hay que asordinar una protesta? ¿Qué puede compensar mejor la indefensión relativa de los sectores más débiles de la sociedad que su derecho más amplio posible a protestar?

De allí a imponer una acción agresiva por declararse “desesperado” y “justo reclamante” hay un abismo. No puede ser obviamente el interesado quien establezcaa que no tenía alternativas.

Son para mí argumentos falaces si se sacan de contexto. Conceden penosamente el dominio discrecional de situaciones a quienes seguramente no les corresponde.

Medios torcidos conducen a fines torcidos. Y la legítima defensa tiene muchísimas condiciones para poder aplicarse.

Y en este caso concreto, no tiene mitigación posible. Fue miserable, repugnante, ignorante y xenófoba la acción. ¿En qué estaban pensando estos seres?

profefeliz dijo...

Estimado Enrique Pereira,
agradezco tu comentario con el cual coincido, esencialmente.
Mario

Diego Estin Geymonat dijo...

Mi punto es que el escrache no puede ser justificado. Que usarlo para promover "fines loables" es inmoral.

Si ese es el punto, yo veo un serio problema, estimado Mario. ¿Estamos hablando de moral? ¿Somos sacerdotes acaso?
Es imposible comprender o explicar cualquier fenómeno histórico si tenemos puestos los lentes de la moral. Si pretendemos hablar con argumentos científicos o por lo menos racionales, hablar de moral no nos lleva a ninguna parte, más que a laberintos idealistas.

profefeliz dijo...

Sin duda creo que es inevitable construir una moral. Algunos acudirán a la religión otros no la necesitan. Debe haber, incluso, una moral revolucionaria, o una moral social, o una moral política, etc.
Aún un "analista social" puede ser honesto o deshonesto, distinción que es moral.
No creo posible ser un buen científico si eres un inmoral.

Diego Estin Geymonat dijo...

Es que la moral me resbala. Prefiero hablar de ética, en la interpretación que hace Deleuze de la obra de Spinoza: la ética pertenece al plano de la inmanencia, la moral al de la trascendencia.
Y también, por supuesto, de acuerdo a la concepción de Nietzsche.

No pienso nada en términos morales. No soy un inmoral. En todo caso, si debo ser etiquetado, soy un amoral.

profefeliz dijo...

DEG, cuando escribi:
"No creo posible ser un buen científico si eres un inmoral." No hacía una alusión personal.
No estoy interesado en tu moralidad, inmoralidad o amoralidad.
Forma parte de los derechos de autor definir que moral o ética seguir. No me ecuentro preocupado por la moral/ética personal. Mi visión del asunto es bastante pedestre. Mi interés está en la moral/ética como instrumento social. Aunque no dudo que la ética/moral personal es muy importante en tanto el individuo es un sujeto social. Una discusión sobre el significado de la ética/moral y sobre la diferencia, si la hubiere, entre ambos conceptos es tema de filósofos. Yo, soy apenas un pensador.
De Deleuze tengo algunas obras, entre ellas "En medio de Spinoza". Sin embargo, confieso no haber profundizado en su lectura. Abordarlo es para mí un tarea dura. Abordar la oscuridad siempre lo es.
En cuanto a Nietzsche, he tenido acercamientos tempranos desde mi adolescencia. Asi habló Zaratustra fue mi iniciación. Hoy mi biblioteca luce varias de sus obras.
Nietzsche es un hábil escritor de aforismos aunque en extremo contradictorio. Incluso en el terreno de la moral//ética.
Su hermana Elizabeth fue una habil sensora de los escritos que pusieran en evidencia la esquizofrenia de Friedrich. Sin embargo, algunas notas se le escaparon como cuando escribió: "No temo tanto a la figura horrorosa detrás de mi silla, sino a su voz, y no tanto a las palabras como al tono desarticulado e inhumano de esa figura. ¡Si al menos hablara como lo hacen los hombres!
Por lo tanto, pienso que hay que ser prudente al adoptar alguno de sus aforismos. Conviene tratar de vislumbrar cual de sus personalidades lo escribió.
En Ecce Homo, escribió: "Tengo un miedo terrible de que algún día me hagan santo". Sin duda, Nietzsche ha sido canonizado por algunos. Y como si ello fuera insuficiente, se convirtió en una de las musas inspiradoras del autor de Mein Kampf.
Un abrazo, Mario.